Todavía no inicia formalmente la batalla por la presidencia del PAN y el tono de la disputa ya se puso rudo en el otrora partido de la civilidad y el respeto. Mientras en la mesa los contendientes dialogan para fijar las reglas para la contienda, por debajo de ésta han comenzado los golpes bajos, las puñaladas y el fuego amigo entre los azules que se valen de todo, campañas, descalificaciones y acusaciones para tratar de debilitar al contrincante.

 

El mejor ejemplo de que los azules han sonado los tambores de guerra es la campaña que enderezaron en los últimos días desde un diario capitalino contra el coordinador de la bancada del PAN en San Lázaro, Luis Alberto Villarreal. Al brazo derecho de Gustavo Madero lo han acusado, hasta ahora sin pruebas contundentes, cobrar supuestos “diezmos” a alcaldes a cambio de otorgarles presupuesto el próximo año.

 

Tanto los seguidores de Ernesto Cordero, como la ex candidata Josefina Vázquez Mota y sus “Panistas por México”, se montaron en el golpeteo del diario y se rasgaron las vestiduras espantados por una corrupción que tiene años de ocurrir en el PAN, desde que eran gobierno. Vázquez Mota se horrorizó en un texto que circulo en internet de algo que muchos mexicanos decían y pensaban desde que Fox y Calderón decepcionaron en sus sexenios: que el panismo se parecía cada vez más al PRI y que los actos de corrupción habían infestado a Acción Nacional.

 

Lo que no dijo Vázquez Mota es que, además de parecerse a los priistas, los blanquiazules ahora comienzan también a emular al PRD, pues sus disputas internas son cada vez más encarnizadas y tribales, muy lejos de la antigua doctrina panista de que “la ropa sucia se lava en casa”, y tan públicos y estridentes, como el más puro estilo del canibalismo de la izquierda.

 

Detrás de los ataques al maderismo está la molestia de los grupos empresariales del norte del país que, inconformes con la recién aprobada Reforma Fiscal, buscan debilitar a Gustavo Madero y evitar su reelección. Esos grupos, con influencia dentro del panismo, apoyan la candidatura de Vázquez Mota.

 

Villarreal ha negado las acusaciones en su contra y en una carta que le envió el martes a Ernesto Ruffo, le reclama al ex gobernador de Baja California sus declaraciones acusándolo. “Hoy te digo que no me sorprenden los señalamientos anónimos ni las injurias sin rostro; lo que sí lamento es que un compañero panista como tú les conceda valor y haga eco de acusaciones falsas por razones políticas”, le dice el coordinador parlamentario a Ruffo y le recuerda que cuando en 2012 a él lo acusaron de enriquecimiento y vínculos con el crimen organizado “exigiste pruebas a tus acusaciones e incluso afirmaste: no me sorprenden los señalamientos ahora porque es evidente la tendencia electorera”.

 

La pugna en esto momento entre los grupos de Madero, Cordero y Josefina es por definir las reglas para la contienda. El martes en su reunión, el CEN propuso, como requisito, que cada aspirante reúna el 10% de firmas del total del padrón de 220 mil militantes que podrán votar en la elección interna, es decir 22 mil firmas. Los corderistas y josefinistas, sabedores de que su debilidad está en la falta de estructura, pidieron bajar la cifra a sólo 10 mil cifras, es decir menos del 5% del padrón. Al final no hubo acuerdo y el tema sigue pendiente.

 

El otro factor externo que azuza la batalla de los azules es la Reforma Energética. Tanto Ernesto Cordero como Vázquez Mota intentan convertirse en factores para la negociación de la iniciativa petrolera con el gobierno de Enrique Peña Nieto. Ambos buscan “vender caro su amor” y amenazan con un voto dividido de los panistas que podría poner en riesgo la mayoría constitucional que necesita la propuesta energética.

 

Por eso buscan debilitar a Madero y a su grupo, en la lógica de fracturar el voto panista en la Reforma Energética y obtener ganancia política de ello. Pero los maderistas saben que la guerra ha comenzado y han decidido que “Villarreal no se va a ir”, mientras se aprestan para la que será, sin duda, una sucesión turbulenta y canibalesca en el viejo partido de la derecha.

 

NOTAS INDISCRETAS… Los maestros de la CNTE amenazan con tomar de nuevo el Zócalo mientras el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera ya les mostró, con el uso de la fuerza, que el límite de su plantón está en la plancha del Zócalo; y mientras la ciudad sigue pagando los costos de tanta tensión, en la Secretaría de Gobernación siguen jugando al Tío Lolo y un día dan por terminadas las negociaciones y al otro día reanudan al diálogo. Parece que no quisieran terminar con los problemas… Los dados mandan Serpiente. Semana difícil.