NUEVA YORK. Nadie puede considerar que Serena Williams está vencida. No importa cuán grande sea la desventaja, cuán errados luzcan sus tiros o cuánta presión esté soportando en su intento de completar el Grand Slam durante este año.

 

En ocho ocasiones durante esta temporada, Williams ha perdido el primer set de un partido en torneos majors. Y en las ocho veces ha remontado para ganar.

 

La remontada más reciente llegó el viernes, en la tercera ronda del Abierto de Estados Unidos, donde Williams encontró la forma de deshacerse de una complicada rival y de imponer su juego antes de que fuera demasiado tarde.

 

Ganó los últimos ocho games del duelo para superar 3-6, 7-6, 6-0 a su compatriota estadounidense Bethanie Mattek-Sands.

 

“No trato de vivir al límite”, aseguró Williams, con una sonrisa.

 

Quizás, pero nadie sabe sortear estas circunstancias mejor que ella. Mucho menos cuando hay tanto en juego.

 

La presión se hizo evidente por momentos el viernes, cuando pareció que Mattek-Sands, ubicada en el puesto número 101 del escalafón, daría la campanada al ganar el primer set.

 

Williams convirtió sólo tres de 16 puntos para quiebre en los primeros dos parciales, antes de aprovechar tres de cinco en el tercero.

 

“Me dije, ‘¿sabes qué, Serena?, sigue intentando”’, relató la veterana de 33 años, quien tiene también la oportunidad de ser la primera desde Chris Evert en 1975 -78 que gana cuatro veces seguidas el US Open.

 

Williams, primera del ranking mundial, trata de ser la primera tenista desde Steffi Graff en 1988 que consigue los cuatro torneos del Grand Slam en la misma temporada.

 

Ganó el Abierto de Australia sobre cancha dura en enero, el Roland Garros sobre arcilla en junio y Wimbledon sobre césped en julio. Ahora está a cuatro victorias de conseguir el trofeo en el cemento del US Open.

 

Su próximo obstáculo, por la cuarta ronda es otra estadounidense, Madison Keys, de 19 años.

 

Y más adelante, su rival en los cuartos de final podría ser nada menos que su hermana mayor, Venus.