“Salir del closet” no fue su mayor problema. Tener que controlar sus “actitudes femeninas” por las que era mal visto, criticado e incluso violentado por desconocidos en la calle era el reto. Para Mario, de 22 años y estudiante de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), adoptar como lema de vida “let boys be feminine” ha sido la forma de resistir a la presión social que vive día a día.

 

Él, como muchos otros, se suman a esta tendencia. Usan chokers, crop tops, se pintan el pelo y las uñas, son jóvenes gay e inconformes.

 

La femineidad o feminidad es “un conjunto de comportamientos que aluden al rol de la mujer”, refiere la psicóloga clínica Judit Worell. La dulzura, delicadeza o refinamiento a lo largo de la historia se han estereotipado de ellas.

 

“Vemos mal al homosexual. Lo condenamos si es demasiado femenino” señala Mario.

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Y aunque a los homosexuales también se les atribuye el término “femenino”, a menudo es una connotación negativa. Se da de acuerdo al rol que en el acto sexual desempeñan, precisa Roger Lancaster, antropólogo y especialista en estudios gay en el libro Life Is Hard.

 

Alrededor del mundo han surgido movimientos en que jóvenes abiertamente exponen su feminidad en protesta ante la “represión normalizada” y México no es la excepción. E Internet se ha vuelto el escenario ideal para proyectarlo.

 

Gracias a redes sociales como Instagram y Tumblr, Mario encontró el valor y la inspiración en otros como él alrededor del mundo.

 

Se dio cuenta que acentuando su feminidad provocaba y enfrentaba a esa “normalidad” con que la sociedad los reprime, para que se comporten lo más a fin a un heterosexual, si quieren ser incluidos.

 

Para Mario “expresarnos, ya sea pintándonos las uñas, el pelo o usando crop tops, es una manera de responder, hacernos notar y que se acostumbren a nosotros”.

 

Y con seguridad hoy afirma “no es malo ser femeninos”.

 

Actualmente a las y los homosexuales se les permite legalmente casarse y adoptar hijos en algunos países. Desde el año 2000, 23 naciones comenzaron a legalizar la unión entre personas del mismo sexo, según datos de Pew Research Center.

 

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En México, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) emitió un fallo ante una acción de inconstitucionalidad interpuesta por la autoridad federal sobre los matrimonios igualitarios y actualmente las personas del mismo sexo pueden casarse y adoptar hijos en la Ciudad de México. Algo replicado en Coahuila, Quintana Roo y Morelos.

 

Si bien en las sociedades se ha creado una especie de normalización hacia los homosexuales, son bien vistos sólo si su comportamiento, aspecto e ideología es lo más parecida a la de un heterosexual, refiere Óscar Contardo, en su libro Raro.

 

Alberto a sus 25 años, dueño de una empresa de diseño floral en la Ciudad De México, ha enfrentado como todos el rechazo social por ser gay.  Al emprender su proyecto, hace más de dos años, modificó sus actitudes, comportamiento y hasta vestimenta frente a sus clientes para lucir lo más masculino que se pudiera ante el temor de no concretar un negocio.

 

Tras los primeros trabajos que realizó notó que no se sentía cómodo manipulando su actuar por querer ser aceptado dentro de lo normal, así que decidió ser “natural”, aunque esto implicara “ser femenino”.

 

Alberto también se sumó a “let boys be feminine”  e incluso asegura es un hashtag cada vez más común en redes sociales y en conversaciones del día a día con amigos.

 

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En el siglo pasado, tras una persecución que data de La Conquista, la comunidad gay buscaba lugares donde reunirse y expresarse libremente, en respuesta nacieron los centros nocturnos. En los 50’s y 60’s, en Estados Unidos se dieron las primeras marchas contra abusos, marginación y represión que los homosexuales vivían.

 

En la actualidad ya no sólo las marchas son necesarias. Hoy movimientos como “let boys be feminine” son la nueva escena en que se defienden los derechos homosexuales en nuestra sociedad, tras una lucha permanente.

 

Una nueva generación de jóvenes demuestra su inconformidad desde su propio cuerpo y ser. Ser femenino. ¿Y tú, cómo protestas? | JMS