La elección del domingo pasado y lo cerrado de sus resultados reviven una vez más el debate sobre la necesidad de la segunda vuelta electoral para la elección de gobernadores y evidentemente también la del Presidente de la República.

 

Así lo deja ver León Krauze en un mensaje de Twitter, el lunes pasado, en el que señala: “Pero seguimos postergando la discusión seria sobre la segunda vuelta…”, que mereció ser retuiteado por el ex presidente Felipe Calderón.

 

El tema de las elecciones en el país, si bien ha tenido avances importantes en lograr la alternancia, sigue teniendo asignaturas pendientes que fortalezcan la legitimidad y garanticen la gobernabilidad democrática. Al respecto, en septiembre de 2016 presenté una Iniciativa de Iniciativas que fue enviada a los diputados y senadores, por la que se modifican diversas disposiciones de la Constitución General con el fin de que se implemente la segunda vuelta electoral para elección de Presidente y gobernadores, como una forma de generar mayor estabilidad política y económica, además de construir mayorías gobernantes y fortalecer el sistema de partidos.

 

Analistas políticos, como José Woldenberg, la ex consejera María Marván o Luis Carlos Ugalde, también ex presidente consejero del entonces IFE, se han pronunciado en favor de esta medida. Su argumento, entre otros, ha sido la posibilidad, en el actual sistema, de tener un mandatario con el respaldo muy reducido de apoyo del electorado, lo que implicaría que ganara alguien con mayor rechazo que apoyos.

 

La experiencia de países como Francia, España, Holanda, Suiza, Alemania, Italia y Noruega en Europa o Costa Rica, Ecuador, Uruguay, Brasil, Chile, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Panamá, Bolivia, Perú, República Dominicana y Argentina en América Latina nos indican la viabilidad de la segunda vuelta como un sistema de competencia electoral, en donde se logran mayorías estables para gobernabilidad.

 

Es lamentable que México, junto con Honduras, Nicaragua, Panamá y Paraguay sean los únicos cinco países en América Latina que no cuentan con un mecanismo de segunda vuelta electoral.

 

Tenemos que reflexionar sobre el debilitamiento de nuestro actual sistema electoral que ha desarrollado vicios que nos impiden consolidar la democracia; elecciones cada vez más costosas, compra de votos, manipulación de resultados, el conflicto postelectoral como forma de chantaje y manipulación para obtener lo que no se gana en las urnas son algunos de esos vicios.

 

La pluralidad y la confrontación de posturas políticas y programáticas son la base para que los ciudadanos puedan tomar decisiones informadas, sobre la base de los postulados y no, como ahora sucede, un eterno conflicto postelectoral que se repite cada tres o seis años.

 

aarl