Dicen que las cosas tienen que empeorar para que mejoren.

 

¿Podemos estar peor?

 

Los partidos políticos, todos, enfocan sus baterías en el proceso electoral de 2018.

 

Todos, distantes, se critican y acusan, pero quieren alianza.

 

Es un hecho que no pueden solos, desperdiciaron su última oportunidad.

 

Para algunos no ha pasado nada, pero si algo han logrado juntos es hacer retroceder a México.

 

Y van de nuevo por todo, en busca de un México diferente.

 

Los partidos políticos, en voz de sus candidatos, van a alentar esperanzas para millones de mexicanos que, con los codos en las rodillas, siguen esperando se cumplan promesas; mientras tanto, día tras día se enteran cómo se cocinan fraudes millonarios.

 

La corrupción, que los tiene contra las cuerdas, desborda las previsiones y los partidos no reaccionan; no quieren o no saben cómo cerrarle el camino.

 

Los partidos políticos y sus integrantes han puesto en evidencia su mala reputación y han recibido el resentimiento de quienes los colocan, después de la Policía, como los más corruptos.

 

Los candidatos deben aprender de los errores pasados y no llevarnos de nuevo a donde no queremos volver.

 

No parece fácil reconstruir lo perdido y se deben correr riesgos.

 

Los partidos políticos se equivocan si piensan en un México donde no caben los reclamos.

 

La garantía del cambio se disuelve si sólo hablan los partidos y callan los votantes.

 

Razones para ser optimistas faltan.

 

Los hechos dan la razón.

 

Los proyectos de los partidos para la elección de sus abanderados se desmoronaron y quedaron en deseos, el riesgo creció y la credibilidad sigue a la baja.

 

El 2018 no está muy lejos, políticamente se respira angustia.

 

Aprovechando triunfos y fracasos, quienes serán los candidatos o candidatas quieren darse prisa para aprovechar los vientos a su favor, reales o imaginarios.

 

No se van a detener por los calendarios electorales, los consejos permanentes, las tribus ni los años de militancia, entre otras cosas.

 

Las presiones para adelantar las designaciones rumbo a la elección presidencial son un hecho.

 

Milonga: Delcy Rodríguez, canciller venezolana, vino, insultó y se fue. ¿Para qué sirve la Organización de los Estados Americanos? Y nuestro canciller sigue aprendiendo. Este verano comienza “el sueño mexicano” a cargo de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, en colaboración la Universidad del Sur de California, el Colegio Comunitario Rio Salado de Tempe, Arizona, la Universidad de Texas, la Universidad Rice en Houston y Consulados de México en los Estados Unidos.

 

aarl