Al secretario de Gobernación se le fueron… ¡la sonrisa y los aplausos!

 

De lo bien que la pasó en la toma de posesión de Silvano Aureoles en Michoacán –donde el perredista le lanzó sus buenos elogios– y de lo más o menos tolerable que fue la transición en Querétaro con Francisco Domínguez –aun cuando el panista lanzó algunas indirectas a su antecesor–, lo que ocurrió en Nuevo León con Jaime Rodríguez El Bronco, lo dejó lívido.

 

Porque el independiente norteño no se contuvo frente a Miguel Ángel Osorio Chong –representante presidencial– y sí que le tundió duro y a la cabeza al gobernador saliente, Rodrigo Medina (quien por cierto estaba ahí presente en el auditorio, sentado al lado del titular de Bucareli).

 

Al principio, parecían ir bien las cosas: Osorio palmeaba a la par de los asistentes las menciones a los familiares de El Bronco; pero a partir del minuto siete –y a lo largo de dos minutos más que parecieron interminables– aquello cambió.

 

El de Galeana no tuvo la menor compasión por su antecesor y asestó:

 

“Hemos encontrado la casa sucia, las columnas derruidas, fugas por muchas partes, el techo cayéndose en otras y para acabarla de fregar, hipotecada.

 

“Pero no es el tiempo el que castigó nuestra casa, sino la corrupción sin llenadera de muchos que se creyeron reyes y no gobernantes, que donde había ciudadanos veían súbditos, que donde había dinero público, veían botín”.

 

Comenzó la celebración de los asistentes. Aplausos y gritos de “¡bravo!”, alzándose aquí y allá entre la concurrencia.

 

ROBERTO-HERNANDEZ_chongOsorio Chong se mantuvo inmóvil. Medina también.

 

“Hoy les digo claro y fuerte: ¡Se les acabó la fiesta a los bandidos!”, agregó El Bronco.

 

La celebración subió de tono. El secretario de Gobernación siguió con las manos en el regazo. Otro tanto el ya ex gobernador. Ni siquiera se miraban.

 

El nuevo jefe del Ejecutivo de Nuevo León –el primer independiente en la historia del país que asume una gubernatura– continuó.

 

“A partir de hoy se acabaron los moches y las tranzas, se acabaron los lujos a costillas de la gente. Si quieren lana, háganla por la buena, como la gente honrada: ¡trabajando!”

 

“¡Claro!”, se escuchó un grito contundente en medio de los vítores. Y ya ni qué decir cuando anunció “una auditoría exhaustiva” a la gestión de su antecesor.

 

Pero Osorio Chong no sólo se quedó estático cuando de corrupción se trató. Nunca más volvió a aplaudir. De hecho, cuando El Bronco concluyó su discurso, el secretario de Gobernación aprovechó las palmas de la concurrencia para ponerse de pie y abrochar el botón de su saco. Le tendió la mano a Rodríguez y fue todo.

 

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TAMBIÉN EN GUADALAJARA, GUANAJUATO, EL DF.- El hasta aquí y la indignación por la corrupción no se escucharon tan sólo en Nuevo León.

 

Allá en Guadalajara, donde Enrique Alfaro tomó posesión como presidente municipal, el de Movimiento Ciudadano describió la ciudad que recibía así: calles destruidas, banquetas intransitables, espacios públicos privatizados, obras mal hechas, costosas e inconclusas, un crimen posesionado de la tranquilidad de los tapatíos.

 

Pero advirtió: “En este gobierno no tiene cabida nadie que se quiera llevar un solo peso mal habido. Que busque otros gobiernos para trabajar”.

 

La fiesta para “los bandidos” habría terminado también ahí.

 

Otro tanto apuntaría el nuevo gobernador de Querétaro, Francisco Domínguez, aun cuando su antecesor, José Calzada, salió bien evaluado de su gobierno y sin escándalos de corrupción.

 

Pero el panista se subió a la ola anticorrupción y sostuvo: “Enterramos hoy la corrupción para siempre; no habrá fuero político para nadie. En Querétaro comienza la renovación ética de la nación”.

 

Y de paso, sin especificar a quiénes se refería ni por qué, advirtió: “No habrá perdón para el pasado”.

 

De las delegaciones en el DF –por lo que han visto los nuevos delegados en unos cuantos días– hubo corrupción ¡a lo bestia! Dejaron las demarcaciones –aquellas que perdieron los del PRD– saqueadas, destartaladas, obsoletas, vandalizadas…

 

En eso sí se esmeraron los perredistas. Pero ahí también, esperemos, “la fiesta de los bandidos” se habría acabado.

 

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GEMAS: Regalito de Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco: “Por primera vez en mi vida vi la televisión cuando yo tenía 15 años de edad. Por eso no traigo las telarañas de la televisión en mi cabeza”.