Vaya semana de eventos importantes que se dieron a conocer en el tema económico tanto en la parte externa como interna, que mantiene un escenario internacional de crecimiento moderado y una percepción en lo interno de que la economía se está desacelerando en medio de riesgos sobre la inflación ante los constantes aumentos en la gasolina y electricidad por parte del gobierno en un afán de buscar un mayor ingreso y la sensibilidad del tipo de cambio que concluyó en 18.65 en la parte interbancaria.

 

En lo externo, la reunión de Jackson Hole generó una percepción de alza en la tasa de interés entre septiembre y diciembre del presente año. Sin embargo, a un tono moderado de Yellen, surgió un Fisher comentando hasta de dos posibles alzas en el año, si los datos económicos así lo confirman. En EUA se revisó el PIB al segundo trimestre del año a 1.1%, lo que refleja un crecimiento semestral promedio cercano a 1.0%, donde el consumo mantuvo un buen paso, pero inventarios e inversión ajustaron a la baja. Para mantener el escenario de la Fed de un crecimiento estimado de 1.9% en 2016, la economía americana tendría que crecer a ritmos cercanos a 3.0%, lo que se ve poco probable, por lo que no descartemos que la Fed revise a la baja su previsión de crecimiento en septiembre.

 

En México se conoció el PIB al segundo trimestre del año creciendo a tasa anual de 2.5% con cifras desestacionalizadas registrando un trimestre negativo, lo que refleja que las presiones inflacionarias, la falta de confianza del consumidor y de inversionistas generan un riesgo de menor crecimiento para el segundo semestre del año. La Balanza Comercial a julio mostró un mayor déficit con ritmos de crecimiento negativo en exportaciones e importaciones.

 

Sin embargo, a pesar de que la SHCP moderó su previsión de crecimiento a un rango de 2.0 a 2.6% y mostró mayor intención de transparencia en la información, la nota la dieron las calificadoras crediticias. Por un lado, S&P redujo la perspectiva del rating soberano de México a “negativa” manteniendo la calificación en BBB+. Significa una adecuada calidad crediticia con riesgos “especulativos” no descartables, pero una muy baja probabilidad de insolvencia. También Moody’s ajustó la perspectiva del sector bancario a “negativa” ante el riesgo de un bajo crecimiento y la situación de Pemex que falta una mayor reestructuración y su peso dentro del valor de créditos en el sistema y su peso dentro del capital básico de los bancos sobre los créditos.

 

En ambos casos existe una preocupación sobre el déficit fiscal del gobierno, acerca del nivel de la deuda con respecto al PIB y a incrementos en el costo mismo de la deuda ante una probable desaceleración de la economía y el riesgo existente sobre la inflación.

 

El Banxico también tiene una preocupación, y en su última minuta dejó en claro un sesgo más “restrictivo”.

 

Por ello, vemos condiciones de una probable consolidación de la bolsa y que el peso mexicano se mantendrá con una alta “sensibilidad”. Las tasas de interés en la parte corta de la curva mostrarían una posible presión al alza y las de la parte media y larga vemos poco margen de ganancia adicional.