SAO PAULO. La alcaldía de Sao Paulo suscribió este martes un decreto que regula el uso de la aplicación de transporte Uber, que hasta ahora operaba en la ciudad gracias al aval de varias medidas judiciales cautelares.

 

La medida del ayuntamiento de la mayor urbe en América del Sur entra en vigor mañana y pone fin a una retahíla de decisiones preliminares de la Justicia y reglamenta el “transporte individual por aplicaciones”, como Uber y similares.

 

Para poder operar, la empresa debe pagar a la administración municipal una tasa media de 0.10 reales (unos 0.028 dólares) por cada kilómetro recorrido y que podrá variar en función del momento del día o de la oferta disponible.

 

Sin embargo, de momento solo serán liberados 5 mil vehículos para esta modalidad, con la que se pretende atender la demanda en la metrópoli brasileña.

 

Tal como indicó el alcalde, Fernando Haddad, en rueda de prensa, a día de hoy en Sao Paulo “el número de taxis es insuficiente para atender la demanda actual”. Los conductores que se acojan a este servicio no necesitarán licencia de operación, sino que les bastará con tener carné de conducción profesional.

 

También estarán obligados a informar al pasajero de sus datos personales, horario, número de matrícula y dar opción para que el usuario evalúe la carrera, requisitos que ya ofrecen muchas aplicaciones como Uber.

 

Esta nueva reglamentación corre en paralelo a la nueva categoría de taxis puesta en marcha el pasado octubre por la alcaldía y a la que podían acogerse los conductores de Uber mediante el pago de una licencia, pero la medida no contentó a la empresa, que no se considera una compañía de taxis.

 

De hecho, desde que llegó a Brasil en 2014, Uber desató una enorme polémica sobre la legitimidad de su uso y ha provocado reiterados enfrentamientos entre conductores y taxistas, que rechazan la legalidad de la aplicación y han bloqueado en diversas ocasiones diversas ciudades del país.

 

Una discusión que llegó hasta el órgano antimonopolio, el cual investiga las supuestas conductas “anticompetitivas” practicadas por taxistas, que a su vez alegan “competencia desleal”.

 

En un intento para reconquistar a los usuarios de Uber, la alcaldía de Sao Paulo lanzó en enero una nueva estrategia basada en estrictas reglas de vestuario y comportamiento para los taxistas que no dejaron de levantar controversia entre profesionales y clientes.

 

Las normas incluían “blazer” en días fríos, traje o esmoquin para taxis de alta gama y camisas lisas o, como mucho, a rayas, además de la obligación de llevar la barba arreglada, uñas limpias y derrochar “optimismo y alegría”.

 

Ya en Río de Janeiro, la segunda mayor ciudad de Brasil, Uber opera gracias a una medida cautelar que un juez emitió el pasado octubre y que dejó sin efecto una ley municipal que vetaba su uso.

 

Esta decisión fue ratificada en abril por otro magistrado, que prohibió a la alcaldía reforzar la fiscalización contra los conductores afiliados a Uber.

 

En cambio, en Salvador, la mayor ciudad del noreste brasileño, la Cámara de Concejales prohibió el pasado mes por unanimidad el uso de Uber, que había entrado en funcionamiento en marzo.