American Sniper (Dir. Clint Eastwood)

 

En Unforgiven (Los imperdonables, 1992), el último gran western de fin de siglo, su director y protagonista, Clint Eastwood, desmantela todo aquello que parece definir al western como género: aquí no habrá duelos al atardecer, no habrá tiroteos espectaculares ni heroísmo de ninguna especie. Peor aún, la violencia no se glorifica ni se romantiza, al contrario, se muestra como una fuente de angustia infinita para el asesino, un fantasma que le perseguirá incesantemente durante toda su vida.

 

Eastwood no niega su veta moralista: la violencia, las armas, sólo causan destrucción y dolor; el revólver más rápido del Oeste podrá ser un héroe para muchos, pero por dentro no será más que un pobre diablo que no puede con sus fantasmas.

 

No es extraño entonces que a Eastwood, autor, le haya parecido interesante hacer una película sobre Chris Kyle, uno de los más letales francotiradores en la historia de los Navy Seals de los Estados Unidos y que alcanzara notoriedad por su increíble récord de víctimas abatidas bajo la mira de su rifle: 160 enemigos caídos en combate.

 

Basado en la biografía escrita por el mismo francotirador (interpretado aquí por Bradley Cooper), Eastwood comienza con un despliegue de narrativa por demás efectivo y emocionante: Kyle, en su primera misión de combate en Irak, debe decidir si dispara o no contra un niño que está por lanzar una granada; la tensión sube y cuando parece estar decidido, de inmediato hay un flashback a su infancia, cuando -junto con su padre- tomaba sus primeras clases de tiro y le marcaría la vida con cierto discurso aleccionador: “en este mundo hay ovejas, pastores y lobos… tú eres de los que debe cuidar al rebaño de la maldad que está allá afuera”

 

Ya de adulto, Kyle se une a los Navy Seals con el firme propósito de proteger a aquellas ovejas de las que hablaba su progenitor. En el inter, conoce a una bella chica, Taya (Sienna Miller), con quien termina casándose, justo un día antes de ir a Irak.

 

Lo que veremos después es una batalla que se libra a dos frentes. Cada vez más efectivo como máquina de matar, Kyle no puede ocultar el dolor, la duda previa a cada disparo (asesina lo mismo a niños y mujeres), mientras que en su casa le esperan su esposa e hijos.

 

Kyle, que regresará a combate cuatro veces, no puede vivir con el peso de aquellos compañeros que ha visto morir, muchos de ellos caídos bajo la mira de otro legendario francotirador del bando enemigo, llamado Mustafa, y que presume de haber sido campeón olímpico de tiro. El conflicto entre ambos será inevitable.

 

Chris Kyle es en American Sniper el mismo ser atormentado que el pistolero Munny (Eastwood) en Unforgiven: el gatillero más rápido del medio oriente, apodado por sus compañeros como “Leyenda”, pero que no es capaz de encontrar la paz. Un asesino que no quiere disparar ese maldito gatillo una vez más, pero que se siente con la responsabilidad de hacerlo.

 

La corrección política ha querido pasar factura a Eastwood: que si esto es una “gringada”, que si esto es nazismo, que si se glorifica la guerra. No hay tal. Esto es un western, con dos pistoleros en medio del desierto; y al igual que en Unforgiven, Eastwood desmantela la emoción de la guerra para mostrar su absurdo, su dolor, su miseria.

Clint fue más condescendiente con Munny, al final de Unforgiven: el viejo asesino montará su caballo y se irá con sus hijos mientras una bandera norteamericana ondea de fondo. La realidad de la guerra no fue tan tersa con Chris Kyle quien, al final, será despedido con esa misma bandera y la admiración de aquellos a los que juró proteger.

 

American Sniper (Dir. Clint Eastwood)

3.5 de 5 estrellas.