NÁPOLES, Italia. Durante una visita a una zona de alta pobreza en el sur de Italia, el papa Francisco pidió el sábado a los napolitanos que se resistan a la explotación de los grupos de la mafia y que todos busquen la dignidad del trabajo honesto.

 

En un viaje de un día a Nápoles, Francisco habló con los residentes de Scampia, un deteriorado barrio dominado por mafiosos de la Camorra.

 

En lugares como Scampia, un suburbio de Nápoles, más de la mitad de los jóvenes no tienen trabajo. Muchos terminan uniéndose a las organizaciones delictivas, transportando drogas o extorsionando a los comerciantes locales, a quienes exigen dinero por la llamada “protección”.

 

Lo peor es “no tener la posibilidad de llevar el pan a casa, ganarlo” con dignidad, dijo Francisco.

 

Citó la amplitud de un mercado laboral no oficial en Nápoles, donde muchas personas trabajan en fábricas de confección clandestinas o venden cigarrillos de contrabando o artículos electrónicos falsificados en la calle.

 

Asimismo, el papa también denunció la explotación en los trabajos legales, donde se trabajan muchas horas a cambio de un salario bajo. Dijo a los napolitanos que se enteró de una joven a quien le ofrecieron un trabajo en el sector turístico donde le pagaban 600 euros (650 dólares) mensuales por jornadas diarias de 11 horas.

 

“‘Si no te gusta, voltea a la fila de personas que están esperando tomar ese trabajo”’, dijo Francisco acerca de la actitud generalizada entre los empleadores. “Esto se llama esclavitud, esto se llama explotación”, agregó.

 

Los residentes de Scampia aclamaron el discurso del pontífice.

 

Posteriormente, en su homilía en la plaza principal de Nápoles, Francisco instó a decenas de miles de personas a mantener la esperanza y resistir las “ganancias fáciles o los ingresos deshonestos” del narcotráfico. Hizo un llamado a los mafiosos y sus cómplices para que abandonen sus carreras delictivas.

 

Visita a los presos

 

Francisco visitó también la cárcel de Poggioreale, donde almorzó con presos en un enorme salón utilizado ordinariamente como capilla, dijo el Vaticano.

 

El papa convivió con los presos en privado; la prensa italiana informó que los reclusos prepararon pasta sencilla y que entre los asistentes hubo un grupo de transexuales.

 

Después, en la catedral, Francisco besó un frasco de vidrio que contiene sangre del santo patrón de la ciudad, Januarius, al que los italianos conocen como San Genaro. En una situación que podría contribuir al ánimo entre los napolitanos, el obispo del lugar dijo que la sangre se hizo líquida parcialmente.

 

Según la tradición popular, si la sangre se vuelve líquida significa que habrá prosperidad en Nápoles.

 

Los napolitanos recordaron que la sangre no se disolvió durante las visitas de los dos pontífices anteriores: Benedicto XVI y Juan Pablo II.