BUENOS AIRES. La vecindad de El Chavo del 8 se trasladó a Argentina y es visitada por fanáticos que se disfrazan de Quico, Don Ramón o La Chilindrina y que incluso lloran al recordar el programa mexicano que conquistó América Latina.

 

Jorge Ávila, promotor del proyecto, explicó a Notimex que siempre fue un gran admirador de El Chavo del 8, y que junto a otros amigos y admiradores de la serie televisiva se les ocurrió hacer una réplica de la vecindad.

 

Aunque en un principio fue una idea para disfrutarla solo entre ellos, muy pronto se dieron cuenta del poder de convocatoria que sigue teniendo El Chavo del 8 y decidieron montar la vecindad de manera permantente.

 

Así, consiguieron una casa en la provincia de Tucumán, a mil 200 kilómetros de Buenos Aires, en la que recrearon todos los detalles del patio, el barril del Chavo, los tendederos de doña Clotilde, La bruja del 71, las fachadas de los departamentos y las escaleras.

 

La vecindad fue abierta al público hace apenas tres semanas, pero ya logró una inmediata repercusión internacional, ya que su creador ha sido buscado por fans de Rusia, Estados Unidos, España, Colombia, Chile, Paraguay y Brasil.

 

Las reservaciones para visitarla se hacen a través de la página de Facebook de Chanfles, nombre con el que Ávila bautizó el proyecto, y que ya tiene a más de ocho mil seguidores.

 

Los visitantes pagan 30 pesos (dos dólares) por un recorrido de media hora en grupos de 15 personas que pueden jugar y divertirse en el lugar.

 

Ávila, de 35 años, casado y padre de cuatro hijos, explicó que todo surgió de su sueño como admirador de poder vivir por lo menos durante un rato en la vecindad del Chavo.

 

“Reconocemos que la vecindad es un patrimonio de todos los que queremos el programa, yo entro a mi casa con la luz apagada, con los ojos cerrados y sé donde están las cosas, lo mismo me pasa con la vecindad, la conozco de memoria”, contó.

 

También consideró que el éxito inmortal del programa se debe a que no muestra familias ideales, estereotipadas, sino más cercanas a todo tipo de personas en el mundo.

 

“Es una serie realista, a veces triste, pero graciosa porque hay niños que tratan de ser felices con lo poco que tienen, es un humor sano, uno puede usar escenas del Chavo para enseñar valores a los hijos”, añadió.  dmh