WASHINGTON, DC.- La incontenible pasión de Donald Trump por amasar dinero, ahora tras el sello de la Presidencia de Estados Unidos, forzó a la renuncia del Director de la Oficina Independiente de Ética de la Casa Blanca.

 

“No salgo presionado por el Presidente ni nadie de su gabinete”, dijo Walter Shaub Jr. al hablar de su renuncia vigente a partir del 19 de Julio, “es sólo que llegue al límite de lo que puedo lograr dentro del marco actual de ética en esta administración”.

 

“Es claro que necesitamos fortalecer el programa de ética y también que, bajo las actuales circunstancias no se puede lograr más”.

 

La Oficina Independiente de Ética de la Casa Blanca fue fundada en 1978, para promover y proteger leyes que previenen conflictos de interés del Presidente y funcionarios de Gobierno, brindando asesoría y entrenamiento.

 

Los directores son nominados por el Presidente y confirmados por el Senado para términos de 5 años.

 

Con la renuncia de Shau, se espera que la Jefa de su Equipo, Shelley Finlayson ocupe el cargo, mientras es confirmada por el Presidente o de quien se nomine como sucesor. En 2014, Shaub describió a Finlayson como “incansable luchadora en favor de la misión de la oficina de Ética”.

 

Desde antes de la toma de posesión cuando Trump anunció que retendría el control de sus propiedades a través de sus hijos, Shaub dijo que eso era “totalmente inadecuado” y urgió públicamente al presidente Trump a divorciarse de su poderoso imperio económico y entregarlo -como señala Constitución- a un fideicomiso “ciego” para evitar conflicto de interés y censuró severamente a miembros de la administración, por usar el cargo para atacar a la cadena de tiendas Nordstrom, por retirar productos de Ivanka Trump, al tiempo que invitaban a los consumidores a adquirirlos, para quedar bien con su jefe.

 

“El programa de Ética debe comenzar en lo más alto” dijo Shaub “no podemos arriesgarnos a crear la percepción de que funcionarios de gobierno usan sus posiciones para lucro personal”.

 

En lugar de promover la ética, Trump exoneró a 17 de sus funcionarios cercanos para que al margen de las reglas de ética, aun habiendo sido cabilderos, sirvieran en la Casa Blanca.

 

Shaub manifestó su férrea oposición al constante uso de Mar-a-Lago y 21 visitas a sus clubes de Golf en Virginia, New Jersey, Florida, estancias en la Torre Trump y otros edificios propiedad del magnate presidente, a cambio de jugosas sumas de dinero, donde ofreció recepciones y cenas de recaudación de fondos para su reelección, la de congresistas o para la celebrar el Día de la Independencia, el 4 de Julio en el Club Bedminster, de Nueva Jersey.

 

Pero el consejo de Shaub era prácticamente ignorado por una administración que describió como “totalmente fuera de control ético y legal”, pasando por alto las previsiones de la Constitución para evitar el lucro personal en un cargo público, como hacen el Presidente Trump, su asesor y yerno Jared Kushner, su hija Ivanka Trump y sus hijos, con acceso ilimitado a la Casa Blanca y quienes ahora manejan el imperio Trump y que han sellado en seis meses contratos en Arabia Saudita, mientras preparan la construcción de más hoteles dentro y fuera de Estados Unidos.

 

El Director de la Oficina de Ética pasó por todo. Desde la decisión de Trump de mantener el control de sus empresas “porque considera que el presidente nunca tiene conflicto de interés” como afirma la Constitución.

 

Expertos en Ética consideran que ya son múltiples las violaciones, de ética, más allá de lo imaginable, como la ilimitada promoción que hace a través de fuentes del gobierno de Mar-a-Lago, donde se deja ver entre la gente, aumentando el valor de la membresía de millonarios interesados en tomarse una fotografía o hablar con el presidente y donde -a pesar de cuantiosa inversión- se considera aun vulnerable para aspectos de seguridad Nacional.

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También la promoción que ha hecho el presidente Trump, la asesora Kellyann Conway y otros incondicionales del presidente, de la línea de ropa y artículos de Ivanka Trump, además del nepotismo que implica su contratación como asesora presidencial, mientras sigue operando sus empresas multimillonarias, la posesión de dos Torres Trump en Turquía, la agilidad para proteger en la expedición de al menos 39 edificios de Trump en China, después de la presidencia, su Hotel Trump Internacional en Washington, que le alquila el gobierno federal.

 

La constante oposición pública de Shaub, llevó a este funcionario de la administración a convertirse en una especia de héroe popular, de seguidores que abrieron una página de Facebook en su honor e imprimieron posters anti-Trump con su fotografía.

 

En su carta de renuncia, Shaub no hizo referencia alguna a los constantes choques con la administración de Trump; se limitó a elogiar el trabajo de la Oficina Federal de Ética, destacando su compromiso de proteger el principio de que el servicio público, requiere de la confianza pública”.

 

Exhortó en su carta a los empleados que estuvieron bajo sus órdenes, a “ser leales a la Constitución, las leyes y principios éticos, encima de las ganancias privadas”.

 

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