Hace unos días, las redes sociales se convirtieron en protagonistas de un suceso que llenó de indignación a un sector de la población mexicana, concretamente a quienes viven en el municipio de Nezahualcóyotl en el Estado de México, pero también llenaron las páginas de los periódicos, pantallas de televisión, micrófonos de radio y páginas de internet de los medios más importantes del país.

 

Recapitulando brevemente, tras un incidente entre taxistas y antorchistas en otro municipio de la misma localidad, un rumor acerca de la llegada de grupos armados a Nezahualcóyotl, difundido a través de las redes sociales, provocó miedo, cierre masivo de comercios, e inasistencia a clases, entre muchas otras consecuencias.

 

Todo fue falso. En diferentes espacios tanto el presidente municipal de Neza, como el jefe de gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, y el secretario de Seguridad Pública del DF, Manuel Mondragón, entre otros, se encargaron de desmentir el hecho que no paró ahí. Hoy la Policía Cibernética tiene la encomienda de encontrar el origen de esos rumores. Las redes sociales como fuente de información fallaron monumentalmente y, para algunos, mostraron que es una falacia considerarlas una fuente de información confiable.

 

Pero para otros, este medio ha permitido romper el cerco informativo que existe en los medios tradicionales y ha abierto una puerta para conocer de primera mano lo que en verdad acontece en el país. Un ejemplo de esa opinión es el ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador.

 

Ambas conclusiones, la de satanizar a las redes sociales por la mentira originada tras el hipotético enfrentamiento, y la de situarlas en la posición de honor en lo que a fuente de información se refiere, del ex candidato, son extremas. Posturas similares se vieron durante los días de los hechos alrededor de Neza en los diferentes medios. Unos defendiéndolas a ultranza (sobre todo en las mismas redes sociales e incluso por comunicadores que en otros foros tomaron posturas más moderadas), y otros atacándolas y desvirtuando su aportación como forma de comunicación entre millones de personas.

 

En mi opinión, lo acontecido no hace más que situar a las redes sociales en su justa dimensión. Pueden llegar a ser grandes concentradoras de comunidades en torno a una causa, de movimientos, de denuncias, una vía de información ante regímenes verdaderamente cerrados como Siria, por ejemplo, donde es prácticamente imposible comprobar los hechos de lo que acontece en las calles a través de medios de comunicación tradicionales. Son también lugares que han cambiado la percepción del tiempo con el que se informa, pues hoy gracias a ellas es posible compartir detalles sobre acontecimientos de forma instantánea, sin necesidad de esperar los tiempos de otras formas de comunicación. Pero son también un lugar en el que cualquiera puede participar, y donde no necesariamente se cuenta con el rigor informativo que el periodismo está obligado a ejercer.

 

Es una gran idea el que la conversación se haya democratizado, y que simplemente por el hecho de existir, las redes sociales en particular, e internet en general, permitan que usted pueda compartir esta columna, y expresar su acuerdo o desacuerdo con ella, por ejemplo. Pero es también vital que existan medios de información con la experiencia, capacidad, rigor y equilibrio que la información veraz y oportuna demandan, para los que el gran reto está en competir frente a la velocidad de publicación de la información que fluye en las redes sociales. No podemos volver a permitir que las redes generen el nivel de pánico que causaron en Nezahualcóyotl. Pero tampoco podemos permitir el incorporarlas a la conversación de los temas más importantes del acontecer en México y el mundo.

 

@jorgetaboada