Una gran parte de las vacaciones es inmortalizar y poder recordar todo lo que disfrutamos con nuestros seres queridos a través de las fotografías. Todos en algún momento tomaremos la foto de esos atardeceres memorables, de nuestros seres queridos sonriendo y posando, de los paisajes con los que nos topamos en nuestros recorridos.

 

Justo el otro día veía unas fotos de una amiga de su viaje a la playa con su familia. Era evidente que se habían divertido, sin embargo, sentí que eran fotos que tendían a ser más documentales en donde se registraba el momento de la vacación, pero no más. Parecería que desde niños nos han entrenado para que en el momento en que nos van a tomar una foto, tenemos que voltear, ver a la cámara y sonreír. El resultado final dista mucho de mostrar una foto que transmita algo. Casi siempre esas fotos adquieren una pose rígida con una sonrisa forzada. Es evidente que mientras más posadas y menos naturales se vean las fotos, menos nos comunican. Las fotos nos dicen mucho más cuando captan a la persona y pueden comunicar las sensaciones del momento: diversión, tranquilidad, felicidad, amor.

 

He aprendido que una gran parte del trabajo del fotógrafo, es encontrar ese momento que muestre a la persona tal como es y para lograr esto, hay que estar dispuestos a dirigir a nuestro sujeto un poco. Pero además de dirigir a mis personajes que integrarán la foto, siempre tengo que observar mi entorno.

 

Sin embargo, antes de siquiera hacer el primer click, una de las lecciones más importantes que he aprendido cuando se trata de tomar fotos es que para ser buen fotógrafo hay que ver muchas fotos, pero también tomar muchas fotos. El lugar en donde se ubica uno, la intención de lo que buscamos expresar, la pre-visualización de la imagen que buscamos captar, la continua observación para encontrar ese momento ideal, puede hacer toda la diferencia entre una buena foto y una gran foto.

 

Uno de los mitos que existen respecto de las fotos, es que requieres una buena cámara para tomar buenas fotos. Sí, no voy a negar que con una buena cámara tenemos más herramientas. Sin embargo, hoy, con los celulares y pequeñas cámaras digitales, muchas veces depende más del fotógrafo mismo, que del equipo. Como dicen, la foto se hace en la mente, la cámara sólo la plasma, es el instrumento.

 

¿Pero qué puedes hacer tú para mejorar tus fotos? Hay que convertirse en todo un director y controlar la imagen con estos simples pasos:

 

1. Acércate a la imagen. Te sugiero que tomes una foto como normalmente lo harías y después observes bien al sujeto u objeto que deseas tomar y te acerques más a él. Normalmente, al hacer esto, la foto se vuelve más interesante porque hay más detalle y nos llama más la atención.

 

2. Trabaja en tu composición. Normalmente pensamos que el sujeto debe estar en medio o que el horizonte debe llegar justo a la mitad lo cual hace que las imágenes sean muy aburridas. En la fotografía hay una regla que se llama de tercios. La idea es que cada foto se divide en tres líneas horizontales y tres verticales y nos ayudan a enmarcar la foto y visualizar la composición de las imágenes que vamos a tomar. Al aplicar esta regla, el horizonte nunca debería estar centrado, sino más arriba o más debajo del centro y siempre debería estar perfectamente recto en las fotos. Los sujetos también deberían estar más hacía la derecha o la izquierda pero nunca en el mero centro.

 

3. Se selectivo y muévete para buscar la mejor foto. Busca lo que quieres resaltar y no incluyas elementos que no son relevantes. Antes de tomar la foto, observa, muévete y busca el mejor ángulo. La diferencia entre una mala foto y una gran foto es a veces uno o dos pasos.  Por ejemplo, si los niños están jugando en la calle y hay un gran bote de basura, evita incluirlo en la foto, tal vez hay que acercarte más o moverte hacia un lado. Si estamos en una comida familiar y no puedes ver a la persona completa porque hay una lata de refresco, remueve la lata de la foto o toma la foto de otro ángulo.

 

4. Estudia la luz y las sombras. La mejor hora para tomar fotos con luz natural es al amanecer o al atardecer, cuando la luz es indirecta, y por ende más pareja y cálida. Si vamos a tomar fotos en pleno día, tenemos que recordar que es cuando luz y sombras son más duras. Olvida y nunca sigas la regla que dice que debemos tomar las fotos con el sol detrás del fotógrafo. Si las tomamos de esta manera es probable que nuestro sujeto salga con los ojos chiquitos y esté deslumbrado. Es mejor poner el sol detrás de nosotros y girar un poco, unos 30 grados, para evitar las sombras y así nuestro sujeto estará más cómodo. Además, a medio día hay que observar las sombras y ver que no nos obscurezcan la foto. Sí hay muchas sombras, aunque sea pleno día, puedes utilizar el flash para emparejar la luz e iluminar al sujeto. También si la persona trae puesta una gorra o lentes y no puedes ver su cara porque está totalmente sombreada, quítale lo elementos que te estorban.

 

5. Busca que cuando tomes la foto de personas, hagan algo. Siempre son más divertidas las fotos de acción. Si estamos fotografiando a una pareja, que se tomen de las manos viéndose. Si es nuestra familia, en lugar de una foto tiesa buscar jugar entre ellos para obtener una foto alegre, con vida. Una de las más grandes habilidades que requiere un fotógrafo es la imaginación para visualizar la fotografía y contar con los dones de comunicación para poderle pedir a las personas que está fotografiando la imagen que se está imaginando.

 

Lo hermoso de la fotografía es que podemos detener el tiempo y congelar esos momentos memorables de nuestra vida. A mí, la fotografía me ha enseñado una nueva manera de ver a la vida y me ha dado una nueva herramienta para contar esas historias que tanto me gusta compartir. Te invito a que en lugar de documentar lo que pasa con tu familia, te conviertas en alguien que cuente, a través de la imagen, también tus propias historias de la vida con tus seres queridos.

 

Espero que tengas un maravilloso fin de semana y recuerda, ¡hay que buscar el sabor de la vida!