(Fotos: Ana Saldaña) 

 

Una gran parte de la vacación es inmortalizar y poder recordar todo lo que disfrutamos con nuestros seres queridos a través de las fotografías. Todos en algún momento tomaremos la foto de esos atardeceres memorables, de nuestros seres queridos sonriendo y posando, de los paisajes con los que nos topamos en nuestros recorridos.

 

Justo el otro día veía unas fotos de una amiga de su viaje a la playa con su familia. Era evidente que se habían divertido, sin embargo, sentí que eran fotos que tendían a ser más documentales en donde se registraba el momento de la vacación, pero no más. Parecería que desde niños nos han entrenado para que en el momento en que nos van a tomar una foto, tenemos que voltear, ver a la cámara y sonreír. El resultado final dista mucho de mostrar una foto que transmita algo. Casi siempre esas fotos adquieren una pose rígida con una sonrisa forzada. Es evidente que mientras más posadas y menos naturales se vean las fotos, menos nos comunican. Las fotos nos dicen mucho más cuando captan a la persona y pueden comunicar las sensaciones del momento: diversión, tranquilidad, felicidad, amor.

 

Lee la columna completa aquí.