Llegaba muy sonriente, demasiado; como si la fiesta no fuera con él, como si no supiera muy bien qué hacía allí. De hecho, nadie le había invitado. No. Se trataba de una imposición que provenía de los tribunales.

 

El ciudadano Mariano Rajoy llegó a la Audiencia Nacional para declarar como testigo en la trama Gürtel. Se trata de un caso flagrante de corrupción que financió irregularmente a su partido –el Partido Popular– e hizo rico a muchos de una manera ilegal.

 

Porque Mariano Rajoy no acudió a la Audiencia Nacional en calidad de Presidente del Gobierno. Tenía que ir como ciudadano. Pero por muy ciudadano que uno pretenda ser, eso se predica con el ejemplo.

 

No entró caminado como el resto. Evitó los focos, los flashes. Y entonces su coche oficial se perdió en una rampa que conducía al estacionamiento para no ser fotografiado. ¿Es así como testifican los ciudadanos normales? Lo digo porque yo no recuerdo haber visto a ningún ciudadano español en la Audiencia Nacional testificando de esta manera. Uno va por la puerta principal y no por el estacionamiento.

 

Tampoco es muy común que Rajoy declarase desde un estrado. Todos lo hacen sentados con una mesa como de apoyatura y ven a los magistrados hacia arriba. Pero no; el ciudadano Mariano Rajoy, que es uno más, una persona normal, no lo hizo como el resto, sino desde un estrado.

 

Se sentó con una tranquilidad apabullante como si fuera un mero trámite, como si estuviera por encima del bien y del mal. Pero por mucho que así lo tomó, no lo vieron igual los medios. En dos días ha llenado portadas de periódicos e informaciones de noticieros de todo el mundo. No todos los días un Presidente de Gobierno se sienta como testigo en un caso de corrupción.

 

Y pasó lo que imaginamos que pasaría. No sabía nada ni estaba al corriente de las cuentas del Partido Popular, incluso cuando fue Presidente de dicho partido. No se enteraba de que el tesorero de aquel entonces, Luis Bárcenas, pagaba sobresueldos a una cantidad no menor de políticos de su partido; que la sede del partido popular en la calle Génova de Madrid se reformó completamente y la obra se sufragó con dinero irregular. Mariano Rajoy no tenía conocimiento de nada de eso. Entonces, ¿qué hacía Mariano Rajoy al frente de su partido si no se enteraba de nada?, ¿a qué importantes asuntos se dedicaba para no saber sobre la existencia de supuestas corrupciones? Porque digo yo que tendría que haber visto a albañiles, plomeros y otros operarios. Me imagino que habría preguntado de dónde salió el dinero para hacer esa reforma faraónica. Pero nada, sus respuestas fueron a la gallega. Ésas que parecen decir mucho, pero no dicen nada.

 

Ahora, el problema que tenía es que no podía mentir. Un imputado sí puede hacerlo. Todo depende de la estrategia de la defensa. Un testigo no, porque si se detectan indicios que se convierten en evidencias, entonces incurriría en un delito.

 

Mariano Rajoy ha tenido que pasar por la Audiencia Nacional con la mala imagen que ha dejado con los españoles y en el exterior. Sin embargo, continúa el proceso de la trama Gürtel, entre misteriosos casos de muertes y dinero, mucho dinero de por medio.

 

caem