México se desmorona. Un país tan rico y maravilloso, tan lleno de cultura, se resquebraja debido a que las estructuras mínimas de organización social que le dan sustancia a una nación son inexistentes: La justicia y el Estado de Derecho.

 

Según estimaciones de transparencia internacional más del 10% del financiamiento que gestiona una empresa para emprender un proyecto en México se diluye en “gastos orientados a agilizar trámites”, en castellano puro, en mordidas, corrupción. Un tema desafortunado que le da la vuelta al mundo y que forja opinión pública en torno al significado de lo mexicano.

 

Dentro de los países que integran la OCDE, México ostenta los niveles más alarmantes y las formas más burdas y cínicas de corrupción.

 

Frecuentemente el periodismo serio, las redes sociales y blogs dan cuenta de diversos abusos y excesos cometidos por unos cuantos en perjuicio de todo México, como la dinámica entre funcionarios e iniciativa privada para hacer grandes negocios: Si vamos a construir una autopista que cuesta 100 pesos, presupuestémosla en mil y hagámosla con 10 pesos.

 

 

 

Así es, sin siquiera sugerir que México ostenta el monopolio de estas prácticas, el fraude, la malversación de fondos, la mordida, la comisión por abajo del agua, son prácticas ya fuertemente asociadas a nuestro gentilicio a nivel internacional por culpa de unos cuantos (de ninguna manera por la mayoría que es contemplativa y timorata para exigir la rendición de cuentas).

 

Durante estos días, medios de influencia internacional como el Financial Times vinculan el nombre del banquero mexicano, Manuel Medina Mora, copresidente de Citigroup, a los fraudes millonarios y escándalos de lavado de dinero en perjuicio de Banamex, subsidiaria de Citigroup en México. Consignas editoriales que le dan la vuelta al mundo y que lamentablemente también forjan opinión pública en torno al significado de lo mexicano.

 

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Además de lo anterior, a través de la denuncia social vía internet y de los corresponsales extranjeros se da cuenta al mundo que México es un país en guerra. Uno donde los ciudadanos viven detrás de barrotes en sus propias casas, rezando por no toparse con la bala asesina de un criminal. Otro tema que le da la vuelta al mundo y que forja opinión pública en torno al significado de lo mexicano.

 

México, un país con una economía formal reducida que cohabita con la informalidad en el sentido más amplio -comercio ilegal, inmigración de indocumentados, crimen organizado, mafias institucionalizadas-, antes que agruparse para exigir rendición de cuentas a los funcionarios públicos y políticos. Otro tema desafortunado que le da la vuelta al mundo y que forja opinión pública en torno al significado de lo mexicano.

 

Gobernadores que endeudan estados, incumplen objetivos de erradicación de la pobreza extrema, cínicamente roban el dinero y, además, se favorecen de la impunidad y lucran con ella. Otro tema que le da la vuelta al mundo y que forja opinión pública en torno al significado de lo mexicano.

 

Jefes delegaciones en el Distrito Federal que descaradamente dejan en el olvido el mantenimiento de sus demarcaciones. Que hacen negocios con las mafias del transporte público y que no sólo solapan, sino que fomentan y lucran con el comercio ilegal en paraderos y estaciones del Metro. Un tema más que no pasa desapercibido al ojo internacional y que forja opinión pública en torno al significado de lo mexicano.

 

Partidos Políticos que no representan a nadie, más que los intereses de sus cabecillas, alegando desde diversas trincheras, y con diversos matices, valores democráticos y rabiosas descalificaciones infundadas en aras de demostrar que el país necesita seguir invirtiendo millones y millones de pesos para fortalecer la democracia.

 

Y sin embargo se mueve. A pesar de todo lo anterior México se mueve. Pero ¿qué nadie en el gobierno está trabajando para devolverle la reputación internacional a México y despojar de acepciones peyorativas el gentilicio mexicano, y evitar que se convierta en un adjetivo sinónimo de lo deleznable?

 

 

 

¿Quénadie en el gobierno está trabajando para devolverle la reputación internacional a México y despojar de acepciones peyorativas el gentilicio mexicano, y evitar que se convierta en un adjetivo sinónimo de lo deleznable?