La gran plataforma del desarrollo de México se llama Reforma Energética. Esa es la promesa del gobierno federal. Hoy habría que reflexionar en torno a esa aseveración a partir de dos factores de suma trascendencia para el país:

 

1.- Los precios internacionales del petróleo. Muchos dirán qué mala suerte echar a volar una reforma energética y que los precios de referencia del crudo caigan estrepitosamente. La verdad es que no hay mala suerte, México está pagando el precio de hacer político lo económico.

 

Una reforma que a todas luces era necesaria desde hace varios años fue retrasada por aspectos políticos, por los intereses de los diputados, senadores y demás lacayos de los poderes políticos del agraviado México que por alguna situación ‘providencial’ decidieron votar a favor de la reforma en el mandato priista.

 

Ahora, a la luz de una coyuntura internacional que no parece tan pasajera, las autoridades anunciaron una disminución en los alcances de la llamada Ronda Uno y ahora están forzadas a establecer un marco fiscal competitivo para los jugadores interesados en el sector petrolero mexicano.

 

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Y es que para los consorcios energéticos no es lo mismo atender una invitación de un país para perforar su suelo o lechos marinos con una inversión de ‘100 pesos’ para sacar un producto que podría venderse en ‘125 pesos’, a responder a una convocatoria para extraer el mismo producto por los mismos 100 pesos para comercializarlo en 110 pesos -menos una carga fiscal que hasta hoy merma de forma importante esa utilidad de 10 pesos-.

 

Es por ello que la autoridad deberá dar un ‘mensaje agresivo’ para animar a los grandes jugadores interesados en invertir en el sector petrolero mexicano, a pesar de la volatilidad en los precios del petróleo.

 

Y vaya que lo tiene que hacer de forma ‘agresiva’ pues, para acabarla de complicar, Estados Unidos ya no es un gran comprador de petróleo debido a que ha incorporado nuevas técnicas de extracción, lo cual le ha permitido casi alcanzar la autosuficiencia, y un mercado europeo que ha bajado drásticamente su nivel de demanda de crudo.

 

2.- La corrupción. De acuerdo con cualquier ranking internacional México es un país muy corrupto. Y además a nivel global, de acuerdo con la OCDE el sector energético es uno de los más corruptos del mundo. Una mezcla que hace babear cerdos, sin lugar a dudas, pero hay un ‘pero’: Que hasta en la obscenidad hay clases.

 

Y es que no es lo mismo operar en un sector acostumbrado a la corrupción en países donde por cada 100 dólares se pierden 10, a trabajar con un gobierno acostumbrado a desaparecer 90 y trabajar con 10.

 

México no tiene el monopolio de la corrupción. Me parece que desde que el hombre como especie descubrió que el dinero es poder descubrió que ‘El fin justifica los medios’. Sin embargo, me parece que dentro de los países miembros de la OCDE la obscenidad más asquerosa y el cinismo más insultante sí es exclusivo de México.

 

México vive una crisis social enorme, tiene evidencias públicas de saqueo y malversación de fondos por parte de presidentes municipales, gobernadores y funcionarios federales… de servidores públicos capaces de aceptar ante la opinión pública ‘sí robo, pero poquito’, o de sus esposas tomándose ‘selfies’ en restaurantes caros en Australia con un medio país enardecido y muerto de hambre…

 

Pareciera que todo eso que se documenta en medios y redes sociales ya no es ineptitud de los políticos, sino una provocación para ver sies verdad que el hartazgo de los mexicanos es capaz de patearle el trasto a los marranos.