México ostenta hoy un sector energético que promete ser un pilar de la economía. Una plataforma de despegue en un contexto de confusiones, contradicciones y absurdos.

 

Confusiones creadas a partir de la manipulación de la información en los mass media y en la influencia de arquetipos sociales -construidos sobre todo en la televisión- que en entrelíneas pareciera decirle a la mayoría de la gente: “Existen dramas de vida mucho más catastróficos que tu realidad”.

 

Contradicciones cimentadas en la mayoría de las universidades del país dedicadas a la producción -que no formación- de empleados programados para vivir de un sueldo en un mundo que cada vez ofrece menos empleos.

 

Qué mayor contradicción que un gobierno que dice apoyar las iniciativas de emprendimiento empresarial pero que no adecúa ni moderniza el sistema de educación pública para favorecer el desarrollo de talentos empresariales desde niños, fomentar la creatividad y alentar el espíritu innovador.

 

Absurdos como hablar de crecimiento económico del país y modernización cuando el sistema político nacional legitima y fomenta la influencia de ese pernicioso poder ya superado en el mundo conocido como sindicatos.

 

Gremios dirigidos por líderes inmensamente millonarios que manipulan nutridos grupos de empleados de salario desnutrido con base en intereses políticos muy ajenos a los intereses de los trabajadores y mucho menos del país.

 

Estamos, de acuerdo con la expectativa oficial, ahora sí en los albores de la bonanza a partir de la reforma energética, por el simple hecho de que llegarán al país inversiones nacionales y extranjeras directas, las cuales abrirán nuevas plazas de empleo y dinamizarán la economía nacional.

 

¿Y los ingenieros calificados mexicanos? ¿Y las reformas educativas orientadas más al fomento del criterio para procesar información y crear nuevo conocimiento que al recurso de la memoria para almacenar datos? ¿Y el desarrollo del gusto por las matemáticas, la física y la química en los niños? ¿Dónde queda todo eso dentro de esa visión oficial de un futuro mejor para México?

 

La escuela pública y mucha de la privada “programa” cuadros de empleados bajo un principio completamente rebasado: Prepararse para ingresar en la nómina de una empresa en la cual pueda jubilarse.

 

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El mundo no necesita sólo empleados calificados -adjetivo que no estoy tan seguro que pueda aplicarse al grueso de los egresados en México- demanda más desarrolladores de ideas, visionarios capaces de convertir sueños en realidades, emprendedores imaginativos, innovadores.

 

Por supuesto que existen en México varios jóvenes mexicanos que han logrado emprender negocios exitosos, pero no necesariamente gracias a los programas de apoyo gubernamental o al desinteresado soporte de las instituciones financieras, y hay muy pocos que empezaron de cero logrando crecer gracias al activo del talento.

 

No es lo mismo tener una idea y pedirle a papá unos cuantos millones de dólares para echar a andar un negocio que atenderá necesidades de los empresarios o políticos amigos de papá, que emprender desde cero acompañado de un sueño alimentado sólo por el trabajo, el talento y el arrojo empresarial.

 

En un contexto en el que se habla de oportunidades en el sector energético, en específico en el de energías alternativas, rubro en el que las empresas medianas mexicanas pueden tener un mayor margen de acción, ¿qué tanto las están apoyando proactivamente las instancias públicas y las difunden los medios para hacer nítida su oferta de valor ante posibles inversionistas?

 

En fin, me parece que sí hay una reforma energética que sin duda atraerá inversiones directas, que dinamizará la economía en algunos aspectos, pero que al día de hoy no da indicios de que sea lo que el país necesita para lograr un desarrollo cualitativo en términos sociales y de bienestar para más mexicanos.

 

Me parece que en la educación está el verdadero resorte que llevará al país a un siguiente nivel de desarrollo. Mientras no haya cada vez más mexicanos mejor formados e inspirados para desarrollar innovación, el país seguirá anidando sueños entre el tedio, el hartazgo, la revuelta y la informalidad.

 

 

 

Sí hay una reforma energética que sin duda atraerá inversiones directas, que dinamizará la economía en algunos aspectos, pero que al día de hoy no da indicios de que sea lo que el país necesita