Las redes sociales son más que una plataforma de interacción entre personas vinculadas ya sea por nexos afectivos o por afinidades profesionales, intelectuales, artísticas o de recreación, entre muchos otros intereses. Son poderosos foros de expresión política, manifestación social y organización civil.

 

Da la impresión que los políticos de algunos países como México no acaban de entender que el país ya no es el mismo de los años 80, que el grueso de los mexicanos ya no permanecen recluidos en las sombras de la inmovilidad, que la ciudadanía se siente agraviada por la corrupción, impunidad y raterismo de los políticos.

 

facebook

 

Las redes sociales sirven tanto para promover un currículum, socializar, conocer gente de otras latitudes, compartir con el mundo experiencias y opiniones… como para evidenciar abusos y excesos, denunciar tropelías de autoridades y para expresarle al mundo el total rechazo a un modelo de gobierno que no garantiza Estado de derecho.

 

Un primer mandatario debe entender -desde el momento en el que aspira a la candidatura a la Presidencia- que estará perseguido por un “ojo electrónico” dentro y fuera de su país. Que su probidad como persona y funcionario a diario estará bajo el escrutinio implacable de la opinión pública internacional.

 

Debe tener claro que sus complicidades, favoritismos y procederes oscuros serán evidenciados. Que todo negocio amafiado será documentado con la misma facilidad con la cual un cerdo puede ser fotografiado, videado o grabado regodeándose en el lodo de su chiquero.

 

Con la llegada de internet a los dispositivos móviles la comunicación alcanzó la velocidad de la inmediatez. Cualquier asunto de interés público le da la vuelta al mundo en cuestión de minutos. Jamás cobró tanta relevancia para un presidente escuchar a los asesores más competentes en cada ramo con el fin de administrar riesgos no sólo de imagen, sino de gobierno.

 

Cuando un primer mandatario se allega como primer escudo de defensa de políticos de la vieja guardia, acostumbrados a regodearse en el lodo de la corrupción con la sonrisa de marrano que sólo la impunidad puede ofrecer, y, además, inviste como asesores a los cuates del Estado de México, pues los resultados son una lastimosa “telenovela” como la que vive el país.

 

Desde hace 10 años ha dejado de ser la televisión la que controla a la mayoría de los mexicanos. Hoy, a diferencia del México de los años 80 y décadas anteriores, los ciudadanos cuentan con una ventana al mundo llamada internet para tener una mejor perspectiva de la realidad.

 

Por eso quizá la sobreexposición de futbol en la oferta educativa, perdón, televisiva del país: Mantener alejada a la gente de la realidad, jalando su atención hacia al patético drama del balompié, justo como en los años 70, 80 y 90. Eso funciona cada vez en menos gente.

 

México luce extraviado. No por otra cosa, sino porque el brazo operativo que mueve los hilos en el gobierno, ese que crea el contenido de discursos y del teleprompter, el mismo que toma las grandes decisiones a partir de los intereses de un partido político y de una camarilla de complicidades, ha sido exhibido y nadie sabe cómo administrar una crisis de gobierno que trascendió fronteras desde un municipio que hasta hace dos meses era intrascendente para el país.

 

Jamás me había dado tanto escalofrío el atestiguar que la ira de más de medio país retumbara en el mundo tan fuerte. Hoy el poder de la gente en México retumba a 140 caracteres. Ahora algunos sólo esperan que la exigencia social pase del #Renuncia al #Tedespido.