A menos de una semana de que se realicen las votaciones para elegir un nuevo dirigente del PAN, la pregunta que comienza a inquietar en los círculos del panismo no es tanto quién va a ganar, sino cómo va a quedar el partido después de este inédito y enconado proceso interno. Porque las señales cada vez son más claras de que, gane quien gane la elección interna, ya sea que se reelija Gustavo Madero o Ernesto Cordero dé la sorpresa, lo más difícil vendrá el día después del 18 de mayo: cicatrizar las profundas heridas y restaurar la fracturada unidad de Acción Nacional.

 

El tema no se ve nada fácil, sobre todo porque las campañas internas sólo lograron atizar una confrontación y división entre dos grupos del panismo que comenzó desde el 2 de julio del 2012, un día después de que perdieron la presidencia de la República: el calderonismo, gran derrotado en aquellas presidenciales, y el maderismo que comenzó a tomar forma y a cobrar fuerza con la caída de los primeros.

 

Casi dos años después la disputa que se librará el próximo domingo es la misma. Y en el centro del debate ideológico de los dos grupos está qué tipo de partido opositor debe ser el PAN: si uno contestatario y oposicionista al gobierno, como proclama Ernesto Cordero, o uno que a través de los acuerdos y las negociaciones con el gobierno avance en sus objetivos programáticos e históricos, como propone Gustavo Madero.

 

El problema para los panistas es que en ese dilema los ánimos se han enconado y las descalificaciones, el lodo y los golpes bajos han predominado entre los contendientes, al grado de que el temor es que las elecciones internas de este domingo terminen también impugnadas y descalificadas y desaten un conflicto legal y electoral para el partido, que desemboque en una fractura en la que se escinda el partido histórico de la derecha mexicana.

 

Ese miedo tiene nombres y apellidos, pues se cree que la fórmula Cordero-Oliva podría estar preparando el terreno para que, en caso de perder las votaciones internas, impugnar el proceso aduciendo una serie de irregularidades que ya han denunciado a lo largo de la campaña: desde la parcialidad de la Comisión Organizadora del proceso, hasta la coacción a militantes de los estados para que voten por la fórmula Madero-Anaya, o el uso de recursos públicos del partido en la campaña de éstos últimos.

 

Todas esas denuncias de Cordero podrían ser la base para un recurso de impugnación que, primero ante el nuevo INE y luego ante el Tribunal Electoral Federal buscarían desconocer un resultado adverso al senador y su planilla. Pero lo que más preocupa en el PAN no son las posibles impugnaciones corderistas, sino lo que puede haber detrás de ellas: la preparación de una ruta de salida de Cordero y los calderonistas del PAN, en caso de que los derrote Madero, bajo el argumento de que se han traicionado los principios y legitimidad del panismo, etc. etc…

 

Si eso ocurriera, la gran pregunta es ¿a dónde se irían Cordero y los calderonistas si, en un escenario de ruptura, deciden abandonar el PAN? La opción que podrían esconder bajo la manga los calderonistas es uno de los nuevos partidos que esperan el registro oficial del INE, el Partido Humanista, formado por algunos cuadros antiguos del PAN y con afinidades ideológicas al blanquiazul.

 

Entre los creadores de este partido Humanista están Javier López, un ex militante del PAN en Coahuila que trabajó en la campaña presidencial de Josefina Vázquez Mota y que encabeza una organización campesina llamada UNIMOSS. También figura entre los fundadores Ricardo Espinoza, quien se formara bajo la sombra del fallecido secretario de Gobernación, Carlos Abascal, y que tomó fuerza liderando sindicatos independientes en varios estados del país; además aparece también Ignacio Iris Salomón, dirigente campesino y creador de partidos como el Social Demócrata con Patricia Mercado.

 

Ese podría ser el partido que acogiera a Ernesto Cordero y a los calderonistas que decidieran seguirlo tras una ruptura con el PAN, en la que el nuevo partido Humanista, pendiente del registro, podría ganar al sumar, de entrada, a una fracción en el Senado que se calcula en mínimo 15 senadores que podrían seguir a Cordero y al menos unos 13 diputados en San Lázaro.

 

Y aquí surgen otras interrogantes: ¿cómo quedaría el PAN si hay una fractura con los calderonistas? y sobre todo ¿a quién le conviene un partido fracturado? Porque si eso ocurre habría ganadores, pero no serían precisamente los panistas ni los que dejarán de serlo. Tal vez a eso están apostando en el gobierno y el PRI.

 

 

NOTAS INDISCRETAS…La foto del presidente Peña Nieto con Kevin Spacey, tan comentada en las redes sociales y que tanto llamó la atención con titulares como “El encuentro de dos presidentes”, le costó al erario federal ocho millones de dólares. Al menos esa es la versión que se escuchaba el fin de semana en Cancún donde, en la cena de clausura del exitoso Tianguis turístico, se decía que la cifra que cobró el actor de moda en Hollywood por asistir al evento fue pagada por la Secretaría de Turismo federal que, dicho sea de paso, no escatimó recursos y además de Kevin trasladó a decenas de conductores y periodistas con todo y sus programas y gastos pagados para “cubrir” el evento.

 

Eso explica los elogiosos comentarios y la gran sonrisa perversa de Francis Underwood que se fue con los bolsillos llenos de Cancún. Total, los mexicanos pagan y ¿qué son ocho millones cuando se trata de elevar la popularidad  presidencial?… Dados Girando. Escalera.