Lo primero que expresaron los especialistas en economía y finanzas que sí saben de estas materias (no los “paleros” y bisoños) cuando se enteraron de la renuncia de Agustín Carstens fue: ¡No tiene madre! Abandonar el barco en pleno “huracán financiero”, como él mismo lo calificó, es precisamente no tener eso, agregan.

 

Fueron muchos los errores, todos ellos de alto costo financiero, económico, político y social para el país, que cometió el doctorcito, no sólo como gobernador del Banco de México, sino como titular de las finanzas públicas de este país. Primero confundió la peor crisis financiera internacional de 2008-2009 con un “simple catarrito”, que se convirtió en “pulmonía cuata” y que puso al borde de la muerte a millones de “jodidos”. Como gobernador del Banxico invirtió mal decenas de miles de millones de dólares de las reservas monetarias para “defender al peso como perro”, gasto que provocó un grave daño a la economía del país, afectando, “one more time”, a los “mesmos jodidos”.

 

La última que el “doctorcito” les hizo a esos infelices fue haber actuado tibiamente y a destiempo al incrementar las tasas de interés de referencia (TIE), que sirve como parámetro para que los bancos “pasen cuchillo” a millones de clientes que tienen algún crédito, principalmente de consumo. En este asunto, Carstens siguió la “técnica carnicera” de cortarle la cola al perro en cachitos, que además de ser muy dolorosa provoca un chilladero terrible; en los últimos 11 meses subió cuatro veces la susodicha tasa, medio punto en cada ocasión, en lugar de aumentarlas por lo menos dos puntos en el momento oportuno. En fin, podemos realizar un largo recuento de las tarugadas que hizo Agustín, pero como dicen algunos: ya ni llorar es bueno.

 

Ahora, lo importante será saber qué va a hacer el presidente Enrique Peña Nieto para arreglar el “tiradero” que dejó el doctorcito. A juicio de los especialistas, lo que procedería es nombrar inmediatamente a un sustituto. No esperarse al 1 de julio del próximo año, fecha que Carstens puso a su renuncia, pues el país no puede estar sujeto siete meses a las decisiones del gobernador del Banco de México ni expuesto a otros errores como los comentados. Diciéndole que se vaya mañana mismo, el Presidente estaría enviando una buena señal a los mercados, porque de otra forma vamos a vivir siete meses de incertidumbre “reloaded”, con el alto costo político, económico y financiero que eso significaría.

 

¿A quién poner en lugar de Carstens hoy mismo? Preguntan los analistas bisoños. Bueno, todo depende qué quieran: un monetarista o un fiscal. Si el Presidente optara por el primero, hay por lo menos dos personajes con experiencia, trayectoria, prestigio… y todo lo que se requiere para tan importante cargo: Guillermo Ortiz Martínez, quien ya fue gobernador de ese instituto, y Francisco Gil Díaz, quien siempre ha soñado con dicho cargo. Ambos, por cierto, están desempleados. Si no quieren al monetarista, hay dos en fiscal: José Ángel Gurría, quien se desempeñó como secretario de Hacienda, y Luis Videgaray Castro, que no requiere presentación alguna.

 

El Presidente de la República tiene la palabra.

 

AGENDA PREVIA

 

A unos días de que un bloque perredista mostrara su nerviosismo por la fuerza de Miguel Ángel Mancera, ayer, alcaldes del mundo reconocieron su interés y preocupación por el cambio climático. Mancera demostró que tiene liderazgo no sólo con la convocatoria que logró con el C40, sino en el concepto que muchos líderes del mundo lo tienen debido al trabajo comprometido por mejorar los espacios y luchar contra el cambio climático.