Cuando Luis Castro Obregón fue nombrado presidente de Nueva Alianza, ocurrió una fractura en la relación que por años sostuvo con la profesora Elba Esther Gordillo.

 

Castro llegó al partido después de haber estado por varios años en Europa, primero como delegado de la PGR en España y luego como coordinador de corresponsales de la Agencia Notimex.

 

Después de algunos meses como presidente del Panal, hubo una fractura que se evidenció aún más cuando la fallecida hija de Gordillo, Mónica Arriola, literalmente fue obligada a dejar el cargo de secretaria general del partido, la segunda posición en importancia.

 

Cuando Arriola murió, la familia impidió la entrada a la agencia funeraria –en la que se encontraba Gordillo con un permiso especial, pues ya estaba siendo procesada por diversos delitos- a Castro Obregón.

 

Ahora que el Panal decidió sumarse al PRI y al Verde en una coalición electoral, sucede que -¿coincidentemente?- la profesora obtiene el beneficio de la prisión domiciliaria, que por casi tres años estuvo peleando.

 

Si el beneficio resultó como parte del acuerdo electoral, querrá decir que La Maestra retomó el control del partido o, en su caso, que Luis Castro tuvo un gesto de buena voluntad con su ex jefa.

 

Si fue una coincidencia la obtención del beneficio con la firma de la sociedad electoral, qué mala pata tuvo el destino.

 

Y si no lo fue también, porque se quiera o no, sobre los socios queda la percepción social de que hubo un intercambio de favores.

 

 

 

En la lucha por la candidatura del Frente a la Jefatura de Gobierno de la CDMX, el ex secretario de Desarrollo Económico de la CDMX, Salomón Chertorivski, es quien más actividad ha desplegado.

 

Se le ve desfilar por radio y televisión y su página en Facebook tiene varios miles de likes.

 

Los que no han arrancado es la ex líderesa del PRD, Alejandra Barrales, y el ex secretario de Salud, Armando Ahued; de ninguno de los dos hay información sobre eventos de campaña.

 

Cuando se concretó el Frente, se dijo que la candidatura por la Jefatura de Gobierno estaba “amarrada’’ para Barrales, pero las inscripciones de Chertorivski y Ahued, dos de los hombres de mayor confianza de Miguel Ángel Mancera, parecen derrumbar la versión.

 

No se ve que Chertorivski esté trabajando de comparsa ni creemos que Ahued lo haga; en el caso del ex secretario de Salud, ¿qué caso tendría arriesgar el prestigio de 11 años al frente de la dependencia sólo para legitimar una elección pactada?

 

Si Barrales no mete el acelerador, le podría pasar lo que a la liebre en la carrera con la tortuga, como en la fábula.

 

Barrales tiene los amarres necesarios para ser candidata, pero ello no basta para ganar las siempre complicadas elecciones internas perredistas.

 

 

 

Por cierto, una muestra de cómo se pondrán las cosas cuando inicien formalmente las campañas –estamos en precampañas-, entre los fanáticos de Morena y los intensos del PRD.

 

Ya vieron cómo resolvieron sus diferencias el viernes pasado, en Coyoacán, cuando los fieles de López Obrador quisieron realizar un mitin en una plaza donde se celebraba un concierto navideño.

 

La batalla campal que se desató dejó heridos a cuatro reporteros, entre ellos a nuestra amiga Paloma Ruiz, quien fue golpeada por unas mujeres ante la mirada pasiva –como ya es costumbre- de la “autoridad’’ presente, dizque para garantizar la seguridad.

 

Lo menos que puede hacer la autoridad delegacional es dar con los responsables de estas agresiones.

 

Claro, si es que ya despertaron.