A lo largo de 2016 y 2017, la divisa nacional ha ratificado ser la válvula de escape ante choques sobre nuestra economía. Desde la cercanía de las elecciones en Estados Unidos, el candidato republicano, Donald Trump, fue “agresivo y aguerrido” en la forma de ver a México, su país vecino y socio comercial, pero acusándolo con temas de migración y narcotráfico, además de un sentimiento de ser uno de los grandes culpables de la pérdida de empleos, especialmente en el sector industrial de los americanos junto con China.

 

Hace unos días, todos hablaban ya de una gran estabilidad del peso. Inclusive varias de las instituciones financieras que habían sido muy conservadoras en sus planteamientos sobre el crecimiento económico, descontaban escenarios de riesgos en la relación con Trump y su gobierno.

 

Este miércoles pasado, de repente, dos eventos en directo, la propuesta de un Plan Fiscal, en la que se especulaba que incluiría la repatriación de capitales ajustando la tasa de 35 a 10% y que podría tener efectos negativos para otras economías como la de México, pero también el presidente Trump firmó un documento con la posible salida de Estados Unidos del TLCAN. Así, el efecto directo lo vivió el peso mexicano, que alcanzó depreciaciones de 2.0% durante la sesión y hasta 40 centavos en el mercado interbancario. Por la noche, llamadas telefónicas de Trump con los Presidentes de México y Canadá para mantener vivo el acuerdo. Hoy sí, mañana no, luego quién sabe. No puede ser.

 

Con esta facilidad, en cuestión de tres días, el peso mexicano se depreció 4.0%. Ahora, la pregunta es: ¿hacia dónde va nuestra divisa?, ¿cómo cerrará el año?, ¿Trump y su gobierno buscarán en verdad revisar a fondo el TLCAN?, ¿afectará a la economía?, ¿el gobierno podrá alcanzar el superávit primario al cierre de año? Las respuestas no son sencillas en algunos casos.

 

Si recurrimos al análisis técnico, podemos considerar varios aspectos del movimiento del peso mexicano:
1. Desde el 19 de abril de este año, truncó el canal de apreciación que venía manejando el peso desde enero pasado.
2. En la sesión posterior al resultado de las elecciones en Francia con mercados optimistas, nuestra moneda logró alcanzar pronto los niveles bajos en 18.46 y reaccionó de inmediato al alza.

 

3. Superó un promedio móvil “conservador” en 18.88, y con ello confirmó una posible reacción de alza.
4. Acelera el movimiento por el efecto “Trump” nuevamente hacia 19.30, como primer nivel de rebote técnico proporcional, pero deja importantes señales de “divergencias de alza” en indicadores de fuerza y ciclo.

 

Así, si medimos el movimiento desde 22.05 y hasta 18.46, es probable que el peso mexicano busque una zona superior para estabilizarse y consideramos que podría estar dentro de un rango de 19.63, donde se ubica su promedio móvil de 200 días y la zona de reacción en un tercio del movimiento, a menos que lo representen niveles de 19.80. Por ahí es probable ver que intente estabilizarse.

 

Hoy, en la parte baja, consideramos que niveles alrededor de 18.85-19.00 marcan una zona de soporte de corto plazo.

 

Cíclicamente el peso mexicano tiene meses de apreciación y de depreciación. Basados en los últimos 16 años, entre mayo y septiembre son meses difíciles y, por lo general, el peso tiende a depreciarse. Por ello, vendrán cinco meses no tan sencillos que seguramente volverán a generar anuncios de ajustes en la previsión de varios economistas.

 

 

aarl