Un equipo de cuatro científicos de la atmósfera y el medio ambiente de los Estados Unidos realizó un nuevo estudio para  modelar lo que sucedería después de una “guerra nuclear limitada, regional.”

 

Para oídos inexpertos, las consecuencias suenan bastante sutiles -dos o tres grados de enfriamiento global, una reducción del nueve por ciento de las precipitaciones anuales-. Sin embargo, tales cambios podrían ser suficientes para desencadenar la pérdida de cosechas y hambrunas. Después de todo, estas serían las temperaturas más frías que la Tierra vería en mil años.

 

El equipo se imagina 100 ojivas nucleares, cada una del tamaño de la bomba atómica que Estados Unidos lanzó sobre Hiroshima, detonada en el subcontinente indio.

 

Los miembros del equipo están imaginando una guerra nuclear entre India y Pakistán. Podría parecer  injusto señalar a estas naciones, pero las eligieron porque tienen arsenales nucleares relativamente pequeños en comparación con países como EU, Rusia y China. La idea es, si estos pesos ligeros pueden hacer esto a la Tierra, ¿qué no podrían hacer los peces gordos?

 

Y esto sucedería después…

 

Cinco megatones de carbono negro entrarián en la atmósfera inmediatamente. El carbono negro viene de cosas quemadas y absorberá el calor del sol antes de que pueda llegar a la Tierra. Una parte del carbono negro caerá eventualmente transformado en lluvia.

 

Después de un año, la temperatura media de la superficie de la Tierra caerá hasta 1.1 grados kelvin, o cerca de dos grados centígrados. Después de cinco años la Tierra será, en promedio, tres grados más fría de lo que solía ser. Veinte años después, nuestro planeta revolucionará de nuevo teniendo alrededor de un grado más frío que el promedio obtenido antes de la guerra nuclear.

 

Bajadas las temperaturas de la Tierra se reducirá  la cantidad de lluvia que el planeta recibe normalmente. En el año cinco después de la guerra, la Tierra tendrá un 9 por ciento menos de lluvia de lo normal y en el 26, recibirá el 4.5 por ciento menos de lluvia que se percibía antes de la guerra.

 

De los años 2 a 6 después del suceso nuclear, la estación de crecimiento de las heladas a los cultivos se reducirían de 10 a 40 días, dependiendo de la región.

 

Las reacciones químicas en la atmósfera carcomerían la capa de ozono de la Tierra, la cual nos protege de la radiación ultravioleta. En los cinco años posteriores a la guerra, el ozono será en promedio de 20 a 25 por ciento más delgado. Diez años después, la capa de ozono se recuperará de manera que será un 8 por ciento más delgada.

 

La disminución de protección UV podría conducir a más quemaduras solares y cáncer de piel en las personas, así como la reducción del crecimiento de plantas, desestabilizado el ADN en cultivos como el maíz. En un estudio separado , publicado en 2013, la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear estima que 2 millones de personas morirían de hambre.

 

La meta de este estudio es la motivación que los científicos quieren enviar a los países para destruir alrededor de 17 mil armas nucleares que aún mantienen guardadas y evitar estas grandes consecuencias que conllevaría una bomba atómica.