Supongamos que lo dicho por el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, es cierto, y que por lo tanto en la Ciudad de México no hay ningún cártel de la droga operando, sino pequeños grupos de la delincuencia organizada, o células delictivas o, incluso, pandillas de maleantes.

 

De ser así debemos preocuparnos, pues en varios estados hemos comprobado que la fragmentación de las grandes organizaciones o la existencia de diversas células es el origen del incremento de la violencia, pues estos grupos estarían operando solos y sin objetivos.

 

Y entonces eso explicaría el incremento de homicidios, asaltos y extorsiones que se han dado en los dos últimos años en la ciudad. Si como dice Mancera, no existen cárteles operando, entonces las preguntas que deberíamos hacerle son varias.

 

Como, por ejemplo, ¿cuántas células delictivas, pandillas y grupos de narcomenudistas tiene detectadas en la ciudad?, ¿qué tipo de delitos, además de la venta al menudeo de droga, cometen?, ¿si no es un cártel, a quién le compran la droga?, ¿de dónde obtienen las armas?, ¿tienen un diagnóstico de las zonas donde operan las bandas, pandillas o células delictivas?

 

Además, si le creemos al jefe de Gobierno que no hay presencia de cárteles en la ciudad, debemos entender que él sólo está aceptando que la responsabilidad de la violencia e inseguridad que se viven en la metrópoli es sólo culpa suya y de las autoridades locales, pues al no haber una gran organización delictiva, no hay delitos federales y todo queda en el ámbito local.

 

De ser así, quiero entonces entender que desmantelar a organizaciones como La Unión de Tepito, al mal llamado Cártel de Tláhuac y Los Oaxacos es sólo responsabilidad de las autoridades de la Ciudad de México.

 

De momento, Mancera tiene la oportunidad de solicitar a la Secretaría de Marina y a la PGR las investigaciones que tienen sobre la organización que dirige Felipe de Jesús Pérez Luna, alias El Ojos. Pero sobre todo puede pedir al Gobierno federal el detalle de la forma y lugares en que sigue operando gran parte de esta organización o grupo.

 

De hecho, las autoridades federales cuentan con al menos dos investigaciones muy detalladas de las células que trabajaban para El Ojos en Milpa Alta, Xochimilco, Tlalpan, Coyoacán e Iztapalapa, así como en Chalco e Ixtapaluca, en el Estado de México. Además, las autoridades federales le podrían compartir la forma en que este grupo de narcomenudistas llegó a controlar la venta de droga en Ciudad Universitaria.

 

En otros procesos

En la PGR, nadie le ha dicho al procurador Raúl Cervantes los problemas que tiene en Comunicación Social y la forma en que la nueva dirección trata de alejar a los medios de comunicación con actos que incluso debería investigar el fiscal Ricardo Sánchez, pues para poner el buen ejemplo, desde casa se debería, como lo dice el promo de la fiscalía, “promover una cultura de prevención del delito, de respeto y difusión de los derechos relacionados con la libertad de expresión y el derecho a la información”. Por cierto, en esa misma dirección saldrán asuntos de conflictos de interés entre sindicatos que demandan y funcionarios de la PGR que difunden esas mismas demandas.

 

caem