¿De cuándo a acá nos hicimos de piel tan delgada, tan delicados o tan protectores?

 

¿Nos dedicamos a la crítica y nos ofendemos al recibir una? Y el señalamiento podrá contener altas dosis de ignorancia o mala fe, pero es una opinión, compartida o no, pero una opinión al fin.

 

Encuentro demasiado sentimiento ante la calificación de “horrenda” que le ha dado el actor, productor, relator y presentador de televisión, Alejandro Fantino, a nuestra Liga de futbol, por lo que pregunto: ¿qué no somos nosotros los que la hemos señalado de injusta, aburrida, irregular y algunos incluso de amañada? ¿Qué no somos nosotros quienes hemos dicho que es una Liga a la que le faltan emociones donde los equipos valoran más el no perder que la victoria en sí? ¿Qué nos somos nosotros los que criticamos el sistema de competencia estableciendo que enaltece la mediocridad? ¿Qué no somos nosotros los que nos quejamos amargamente que los equipos no juegan con la misma entrega, desparpajo o valentía la fase regular y la Liguilla; en incluso en la fase final no hemos cuestionado lo timoratos que resultan los planteamientos tácticos? ¿Qué no somos nosotros quienes hemos señalado a todos los que inundan el circuito con jugadores del extranjero que nada aportan y que lo único que representan es un gran negocio para unos cuantos?

 

¿Qué no nos hemos cansado de señalar los actos de corrupción y trampa cuando se trata de Conmebol protegiendo a los equipos sudamericanos?

 

Y no nos falta razón, la Conmebol es corrupta y mañosa. Lo hemos visto, lo hemos experimentado en múltiples ocasiones: arbitrajes que abandonan los terrenos de la polémica para ingresar a los de la sospecha; cambios de reglamento de última hora; acomodos en los calendario según sus intereses, etcétera.

 

¿Entonces de aquí para allá es válido y no lo es a la inversa?

 

Qué más da que la califiquen de horrenda si en verdad hay veces que lo es. Qué más da si cuestionan el nivel de espectáculo que se ofrece en la temporada regular si nosotros mismos tenemos que ver los partidos porque nuestro oficio así lo demanda, es decir, más por obligación que por gusto.

 

Tomar las cosas de quien vienen es parte indispensable del análisis, y si la gente conociera un poco de Alejandro Fantino entendería que no habrían demasiadas vestiduras que rasgarse, pero más allá de la ignorancia, el desconocimiento, de lo hueco de sus palabras o de la profundidad de su juicio, lo que sorprende es que muchos se irriten y hasta se ofendan porque alguien de afuera pueda tiene una opinión radical ante una Liga que, si bien no es “horrenda” para muchos, sí que le falta ser más atractiva, al menos, ponerse al nivel de las inversiones y de la infraestructura con la que se cuenta, porque es indudable que el producto que se ofrece no está a la par de lo que los presupuestos y las inversiones nos obligan a creer.

 

Que delicados salimos…