La visión del mundo bipolar sólo existe en los videojuegos o en series de televisión como The Americans; el etnocentrista sueño de Fukuyama queda plasmado en House of cards; pero la mancuerna estratégica de Putin y Xi Jinping recrea modelos que posiblemente puedan politizar a modelos económicos como el de los BRICS.

 

Vladimir Putin se desplazó el pasado 11 de julio a 200 kilómetros de Florida para demostrar que no ha quedado aislado como consecuencia de las sanciones que la Unión Europea y Estados Unidos le han aplicado después de la insurrección prorrusa en Crimea. El efecto de la anexión se mimetizó rápidamente hacia la región este de Ucrania en zonas como Donetsk, entre otras, en donde actualmente se desarrolla una guerra civil.

 

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Putin rompió su nulo interés por Latinoamérica para encontrar flotadores globales. Visitó La Habana a pesar de que su amistad con los Castro es inexistente; viajó a Brasil para apoyar el joint venture entre los BRIC y la Unasur, y sostuvo un encuentro con Cristina Kirchner en un momento crítico para la presidenta argentina por el default que está a horas de activarse después de no encontrar salida para adormecer los efectos de los ataques de los fondos buitres. Algo más, fuera de agenda, Putin sostuvo un encuentro con Daniel Ortega en el aeropuerto de Managua.

 

En efecto, Vladimir Putin está en campaña global y su presencia la quiere desdoblar hacia Egipto, Arabia Saudita y Asia Oriental.

 

Fidel Castro no olvida que fue Putin quien ordenó el cierre de las instalaciones de espionaje soviético “Lourdes” en la isla el mes de octubre de 2001 debido a que Rusia desembolsaba 200 millones de euros mensuales. Los hermanos Castro se enteraron de la decisión a través de la prensa. Fidel no olvidó y Raúl se sintió traicionado. El actual presidente cubano, según Carlos Alberto Montaner (considerado por Cuba como un agente secreto pagado por EU): tiene en “su despacho fotos de mariscales y líderes de mariscales soviéticos. Incluso, llegó a declarar, en el juicio-pantomima que organizaron para asesinar al general Arnaldo Ochoa y otros tres oficiales, que él, Raúl era en realidad un ruso del Caribe” (El Diario de Hoy, periódico salvadoreño, 26 de julio).

 

Los Castro le cobrarán muy caro a Putin su entrada a Latinoamérica por el Caribe. Por lo pronto, al igual que hizo México, Rusia le exime de pagar 90% de la deuda que se acumula desde los tiempos de la Guerra Fría y asciende a 35 mil millones de dólares (455 mil millones de pesos); le reabastecerá de armamento ya que el stock cubano pertenece al siglo pasado, e invertirá en infraestructura portuaria para el atraque y mantenimiento de barcos de la Marina de guerra rusa en el puerto habanero.

 

De acuerdo con la versión electrónica del periódico ruso Kommersant, el centro de espionaje “Lourdes”, situado en el barrio El Wajay de La Habana, será reabierto. Una especie de Agencia Nacional de Seguridad (NSA) sería implantada a 200 kilómetros de Estados Unidos. Trasladando la atmósfera de espionaje a la de los videojuegos, los conflictos globales del futuro cercano serán detonados por hackers y no militares de alto grado.

 

En efecto, la presencia de Vladimir Putin en Latinoamérica es estratégica. El presidente ruso sabe que a la muerte de Hugo Chávez, Raúl Castro se ha convertido en el godfather latinoamericano.

 

Con el cáncer irreversible, Hugo Chávez trasladó su centro de estrategia de inteligencia a Cuba, cediendo las claves (energéticas) a los hermanos Castro antes de su muerte.

 

Desde Moscú ha podido observar que Rafael Correa, Evo Morales, Nicolás Maduro, Daniel Ortega y Cristina Kirchner pasaron a formar parte de un grupo huérfano de liderazgo, de ahí la subida de tono de sus respectivos actos autoritarios: A Maduro lo carcome la oposición desde la cárcel, a Correa la libertad de la prensa lo enloquece, Morales se niega a dejar la presidencia, Ortega ha convertido a Nicaragua en una enorme iglesia y Kirchner mantiene a su vicepresidente imputado por corrupción. En efecto, Latinoamérica en alfileres.

 

Sin líder latinoamericano a la vista, las alianzas estratégicas de Putin y Xi Jinping tratarán de evitar la extinción del eje chavista. La biología política hace milagros: ayer, Hugo Chávez celebró un año más de vida.

 

El discurso antiestadunidense se fortalecerá en la zona durante los próximos meses y años hasta que llegue 2016. En noviembre de ese año, los republicanos podrían ganar las elecciones y, de manera temeraria, el mundo observará una reacción virulenta en contra de la construcción política de Putin.

 

Putin americano era inimaginable para el presidente Obama. El mundo cambia.