Cuando no es una mano dentro del área, es un error en la marca o un regalo de Alejandro Palacios; como sea, no importa: Pumas no sabe, no puede, no quiere, vaya, nada más no consigue ganar en casa.

 

No lo hace desde el 20 de abril de 2014; peor aún, no lo hace a pesar de que en los tres últimos partidos ha tenido ventaja y apenas ha rescatado al final el empate. Por eso lo de ayer en CU ante Chiapas casi se podía oler en la tribuna, luego de que los felinos se pusieron arriba 2-0 ante los chiapanecos, silencio y calma tensa de los casi 15 mil aficionados que, nerviosos, vieron como Jaguares les sacó el partido en sólo 10 minutos, y no se llevó el triunfo porque a Darío Verón le sobra amor propio y evitó el tercero del visitante que hubiera marcado el desastre total.

 

El empate a dos, no podía ser de otra forma, dejó a Guillermo Vázquez hecho una furia. Desde que Alejandro Palacios falló en el lance, sobre el minuto 88, a un disparo que prácticamente no llevaba nada, la cara de Vázquez en el banquillo local se descompuso. Mientras, bajo los tres postes, Palacios asumía el tono de su indumentaria de arquero, rojo-colorado-vergüenza; era el 2-2 que sentenciaba que Pumas pasaría una semana más sin nada por qué festejar para los aficionados universitarios.

 

Es la tónica que Memo Vázquez ha encontrado en sus Pumas, un conjunto que se resquebraja conforme avanza el segundo lapso.

 

Les pasó hace una semana en Morelia, equipo al que vencían sin problema 3-0, pero sobre los minutos finales Monarcas aprovechó el bajón universitario hasta poner el duelo 3-2, y si no llegó el empate se debió a que el tiempo se agotó.

 

Y Vázquez empieza a cansarse. En su debut en CU contra Tijuana se fueron arriba 1-0, pero su equipo no aguantó y Xolos les sacó el empate. Al siguiente duelo de local, Pumas de nuevo fue mejor que el rival, al menos en la primera parte del encuentro. Maniató a Tigres y les vencía 2-0 hasta el minuto 70, cuando un error en la zaga abrió el camino para que Tigres regresara y terminara por empatar el duelo a dos sobre el minuto 87.

 

Ayer la historia no fue diferente. Pumas no fue una aplanadora, perdió incluso a Leandro por lesión, pero aun así se puso al frente 2-0 con goles, primero de Ismael Sosa al inicio del segundo tiempo, y de Eduardo Herrera al minuto 69. El problema: desconcentración. Isaac Díaz lo aprovechó para descontar en el 79, y luego el oso de Pikolín, quien se comió el disparo de Julio Nava al 88 para que Pumas, una vez más, dejara ir un triunfo cantado, de nuevo. ¿Dónde más? En CU.