Me di a la tarea de investigar las propuestas de tres candidatos a alcalde (uno del PRI-PVEM-NA, una de PAN-PT y otro del PRD) en municipios del Estado de México, en donde, respectivamente, tienen posibilidades reales de ganar; busqué sus páginas web, cuentas de Facebook y de Twitter, y analicé lo que proponen.

 

En el caso de la coalición parcial PRI-PVEM-NA, su candidato para la alcaldía de Toluca, Fernando Zamora, ha centrado su campaña en la difusión de 10 propuestas principales: garantizar la seguridad de las personas y su patrimonio; ganar la confianza de los ciudadanos; mejorar las calles, cero baches; alumbrado total en Toluca; mejorar la movilidad urbana; consolidar un municipio educador; asegurar la inversión, el comercioa (sic) y el empleo, cero trabas administrativas; gobernar con servidores públicos capacitados; atender las obras prioritarias, y servir con sentido humano.

 

Hay propuestas (medio) medibles y (medio) cuantificables como “alumbrado total” o “cero baches”, pero también de relleno como “municipio educador” (¿qué es un municipio educador?), “asegurar la inversión, el comercioa” (con todo y falta ortográfica, pero sin decir cómo) y “atender obras prioritarias” (¿cuáles?).

 

A diferencia de Zamora, la candidata de PAN-PT a la alcaldía de Atizapán, Ana Balderas Trejo, no tiene un listado de propuestas, sino que las esparce esporádicamente a través de sus redes. “Uso de suelo controlado, ¿a poco no?”, dice su Facebook. “Evitar que nuestros hijos caigan en adicciones”, “apoyaremos la creación de fuentes de trabajo y daremos impulso al comercio en la central de abastos de Atizapán”, así como “trato digno a nuestra gente de la tercera edad, les haremos casas de día para su atención”, son algunas propuestas en su Twitter. La panista prácticamente no da cifras objetivo ni plazos de cumplimiento de lo que difunde en estas redes.

 

En Twitter, el candidato del PRD para Nezahualcóyotl, Juan Hugo de la Rosa, difunde sus actividades diarias, pero en su sitio web enlista 20 propuestas, entre las que destacan: “cámaras de seguridad en las 450 escuelas del municipio”, “sistema de transporte Ecobici en Neza”, “programa de rescate de los 81 mercados públicos” y “entrega de computadoras a todos los alumnos egresados de bachillerato”.

 

De los tres aspirantes, el perredista es el de las propuestas más concretas, pero el priista las difunde mejor (en las plataformas analizadas). La panista es la más ambigua.

 

Las propuestas de los candidatos trazan una ruta muy general de lo que serán las políticas de sus administraciones, y estas no garantizan un gobernante eficaz. Puedes proponer cosas como “mejorar la calidad de vida” y ser un gran alcalde, o puedes proponer la “instalación de 500 cámaras de vigilancia en la colonia López Mateos, en los primeros 12 meses de gobierno” y ser un inepto, o peor aún, un incumplido.

 

Lo ideal serían propuestas específicas que acostumbraran al electorado a rechazar ambigüedades retóricas, pero en la realidad, votar es un proceso más cargado de emociones que de análisis, y varios estudios confirman esto.

 

Uno de los más conocidos es el que Drew Westen, profesor de psicología de la universidad Emory, realizó y plasmó en su afamado libro El cerebro político, sobre el rol de las emociones en el electorado estadunidense. Westen menciona que los participantes en su estudioeran, en promedio, brillantes, educados, y políticamente conscientes (…) y sin embargo, pensaron con sus tripas”. Esto debido a que, “como lo demuestran décadas de investigación, las personas son impulsadas en la casilla electoral por sus sentimientos (…) la gente vota por el candidato que provoca los sentimientos correctos, no por el candidato que presenta los mejores argumentos”.

 

Según Westen, las propuestas importan, sí, pero sólo cuando logran influir en nuestras emociones. Más que un análisis objetivo, lo que nos lleva a tachar un recuadro es lo que nuestros deseos, valores y miedos asocian a una persona y/o a un partido.