CIUDAD DEL VATICANO. El papa Francisco se convirtió ayer en el primer pontífice católico en visitar una parroquia anglicana en Roma y utilizó la histórica ocasión para exhortar a una mayor unión luego de siglos de desconfianza, prejuicios y hostilidad entre ambas iglesias.

 

 

 

Francisco y el obispo anglicano en Europa, Robert Innes, oraron juntos en la Iglesia de Todos los Santos, no muy lejos de la Plaza de España.Innes recibió a Francisco elogiándolo por su solidaridad con los refugiados e inmigrantes.

 

 

 

En su homilía, Francisco reconoció que anglicanos y católicos desde hace tiempo “se han visto con suspicacia y hostilidad’’ y que hay “siglos de desconfianza mutua”.

 

 
“Por momentos, el progreso en nuestro camino hacia la comunión total parecería lento e incierto, pero hoy podemos recibir el aliento de nuestra reunión’’, dijo el pontífice.Alentó a ambas corrientes religiosas a “quedar siempre más liberados de nuestros respectivos prejuicios del pasado’’.

 

 

 

El pasado octubre, el Papa y el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, celebraron juntos las vísperas en la iglesia San Gregorio al Celio de Roma para mostrar su cercanía tras 50 años de acercamiento entre esas dos Iglesias. Ambos líderes mostraron, sin embargo, en un texto común sus divisiones, “en particular sobre la ordenación de las mujeres y en cuestiones relacionadas con la sexualidad”. Francisco aprovechó la ocasión para anunciar que “estudia la posibilidad” de viajar a Sudán del Sur, país de mayoría cristiana, con Welby. Y precisó que, en el caso de llevarse a cabo, el viaje tan sólo duraría un día, “ya que la situación es difícil” en Sudán del Sur, un país devastado por una guerra civil desde diciembre de 2013.

 

 

 

Circunstancias

 
Los anglicanos se separaron del catolicismo en 1534, después de que se le negara una anulación matrimonial al rey Enrique VIII de Inglaterra. Ambas iglesias trabajan en desarrollar vínculos amistosos pese a los obstáculos que incluyen profundas diferencias en asuntos como la ordenanza de mujeres y la admisión de obispos abiertamente homosexuales.