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En opinión de Rodrigo Prieto, el arte no ocurre por casualidad. El cinefotógrafo considera que Silencio, la película del veterano realizador Martin Scorsese que le valió su segunda nominación al Oscar, llega en un momento donde urge hablar sobre temas como la compasión, la tolerancia y la segregación de las minorías.

 

 
Basada en el libro de Shūsaku Endō, Silencio retrata la historia de dos sacerdotes jesuitas, en pleno siglo XVII, quienes parten de Portugal a Japón en busca de su mentor (Liam Neeson), que tras ser perseguido y torturado renuncia a su fe. No obstante, la búsqueda implicará que ellos mismos vivan en carne propia el suplicio y la violencia con que son recibidos en un país donde la fe católica estaba prohibida.

 

 

 
“Esta película le costó (a Scorsese) 28 años realizarla. Por algún motivo no se lograba, pero creo que ahí hay una razón específica por la que debía ocurrir hasta ahora”, dijo Prieto en una entrevista reciente con 24 HORAS.

 

 

 
“Silencio toca temas relevantes de los cuales se debe hablar ahora. Hay que hablar de qué significa la fe, y no sólo decir: ‘Es que son los malos’. La película no da respuestas, pero sí nos invita a la reflexión, y agradezco la oportunidad de sumarme al debate a través de mi trabajo”, apuntó el fotógrafo.

 

 
Prieto, de 51 años, recordó que las primeras conversaciones con el director neoyorquino, cuyos filmes El lobo de Wall Street y la serie de televisión Vinyl contaron con la participación del mexicano, se enfocaron más en compartir opiniones sobre la fe, que en resolver cuestiones técnicas.

 

 
“En aquellas charlas, Scorsese hablaba de cómo ha vivido su conflictos de fe. Él tiene una relación muy compleja con ese tema, no es sólo un católico creyente y ya. Quiso ser seminarista, así que su relación con la religión es compleja”, explicó. “Lo entendió todo (sobre la fe). Tiene muchos cuestionamientos que explora en su cine, y en todas sus películas tiene un rollo católico”, añadió el egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC).

 

 
Al igual que Scorsese, Prieto creció en el seno de una familia mexicana católica, pero a diferencia del realizador estadunidense, al pasar de los años fue perdiendo la fe, misma que recobró tras su colaboración en Silencio.

 

 
“Crecí como católico, aunque nunca fui muy ferviente. Conforme los años pasaron comencé a perderla y a tener muchas dudas, muchos cuestionamientos”, reveló. “Es curioso, pero fue hasta pláticas posteriores que hablamos de cómo resolver la película a nivel visual. Al principio fue dialogar mucho sobre por qué esta película era importante para él”, concluyó Prieto.

 

 

 
Silencio llegará a la cartelera mañana, dos días antes de que se celebre la entrega número 89 del Oscar.

 

 

 

 

 

 

Rodrigo, el emprendedor

 

 

 

 

Pocos lo saben, pero cuando Rodrigo Prieto estudiaba la preparatoria recibió un apoyo importante que lo impulsó en su carrera. En una entrevista con 24 HORAS, el director general de Junior Achievement México (JA México), Jaime Santibáñez, recordó cómo fue la relación de Prieto con esta organización que desde hace 42 años promueve el espíritu emprendedor y la educación financiera en niños y jóvenes.

 

 

 
“Rodrigo estudiaba la prepa en el Colegio Hamilton, y montó con varios amigos una empresa juvenil, que se llamaba Ideart, en la que también estaba Tony Karam. Lo recuerdo bien porque fue una gran empresa juvenil, y lo narro con gusto porque fue nombrada por nuestra organización como la Empresa del Año.

 

 

 
“Su empresa hacía muñecos de peluche, y lo que recuerdo muy bien es que tenía unos anuncios comerciales bárbaros, mismos que fueron hechos por él, en su casa, con la técnica del stop motion. Eso lo apasionaba, tanto que el eslogan de la empresa era ‘Productos con soplo de vida’”, recordó el directivo.

 

 
“Estoy casi seguro que fue su primera animación, la cual presentamos en el Camino Real en un gran desayuno, donde mostramos el comercial de su empresa. Y así como Rodrigo hay otros casos de éxito de personas con las que hemos trabajado”, añadió.

 

 
“El apoyo que le dimos a Rodrigo y sus compañeros fue de prestarles asesoría, manuales para crear una empresa. Ellos eligieron que iban a hacer estos muñequitos de peluche, que vendieron a familiares y amigos, todo con el sentido de que aprendan a administrar y cómo funciona una empresa. Rodrigo descubrió, gracias a nuestro programa, su espíritu emprendedor y se encaminó hacia el cine, por lo que acabó estudiando en el Centro de Capacitación Cinematográfica, lo cual en esa época era una rareza”, concluyó. /Jorge Ávila