El Partido de la Revolución Democrática es un partido caracterizado por sufrir fracturas internas en cada proceso electoral debido a la pugna entre las corrientes o “tribus” que lo componen, de modo que la actual disputa por la coordinación del sol azteca en el Senado así como la definición de la candidatura al gobierno del Estado de México, encaminan al partido a quedar relegado como una figura testimonial de los comicios de 2017 y 2018, según algunos analistas políticos del país.

 

Luego de que en dos ocasiones quedó en la antesala del poder presidencial (1988 y 2012), en 2015 el perredismo sufrió el mayor descalabro en su trayectoria política, al obtener el porcentaje más bajo de votos, además que cedió terreno en la Ciudad de México, considerada su principal bastión.

 

Durante el proceso electoral de 2016, en el que el PRD formó una alianza electoral con el PAN en cinco estados, se abrió un fuerte debate entre las tribus perredistas por la naturaleza ideológica de esta coalición.

 

Las constantes fracturas producidas durante los procesos electorales así como de los relevos en la dirigencia nacional ha propiciado la atomización de sus militantes en las siguientes corrientes: Nueva Izquierda, Alternativa Demócratica Nacional, Izquierda Democrática Nacional, Frente Patria Digna, Foro Nuevo Sol, Vanguardia Progresista y los Galileos.

 

De acuerdo con Miguel Barbosa, inmerso en una disputa con el Comité Ejecutivo Nacional del PRD por la coordinación de la fracción parlamentaria en la Cámara Alta, el partido perdió su proyecto e identidad.

 

La salida de figuras emblemáticas del sol azteca como Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López, Porfirio Muñoz Ledo, Rosario Robles, Martí Batres y Ricardo Monreal significó para algunos el inicio de la crisis, la cual se vio acentuada tras la creación del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), instituto político en el que se han refugiado algunos desertores del perredismo.