“Muchas veces te dije que antes de hacerlo había que pensarlo muy bien”, dice el gran Pablo Milanés. Y aunque se refiere a otros asuntos, vale la cita en estos momentos en los que un partido político mexicano está en la más severa de sus crisis desde su fundación el 5 de mayo de 1989: el Partido de la Revolución Democrática: PRD.

 

Poco después de la tragedia de Guerrero, el dirigente del PRD, Carlos Navarrete, actuó de forma impulsiva; más en tono electoral que político y social. Fue a pedir perdón a Iguala creyendo que con este acto de humildad ganaba simpatías al dar muestras de solidaridad política con las víctimas y por el agravio cometido por el PRD-Nueva Izquierda al apoyar al presidente municipal de Iguala, José Luis Abarca…

 

En contraposición mantuvo su empeño en apoyar al gobernador perredista Ángel Heladio Aguirre Rivero, contra toda consideración social; la misma que se supone que es la base de su ideología y su doctrina partidaria. Alejandro Encinas y Miguel Barbosa le habían insistido en la separación de Aguirre. Si. Pero no.

 

Estaba ahí la imposición de Nueva Izquierda, permitiendo que luego el resto de las tribus perredistas saciaran la venganza que ya traían en el buche desde la elección de Navarrete como presidente del partido a principios de octubre, al exhibirlo como débil e indeciso frente a una situación que minuto a minuto crecía de forma insospechada y que les dañaba como partido responsable de llevar a cargos de elección popular a gente que no era su gente, como es el caso de Aguirre Rivero, o a gente mal averiguada, como es el caso de Abarca…O como muchos otros ejemplos ya muy conocidos.

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Foto: Cuartoscuro

Carlos Navarrete asumió la responsabilidad. Pero no pudo darle solución. ‘No lo pensó bien’. No era suficiente con querer mostrarse duro y de carácter firme en actitudes de confronta; no era suficiente con negarse a hablar con la prensa para decir lo que estaba decidido; no era suficiente con ir y venir un día apoyando y otro reprochando a Aguirre: todo junto fue su desastre político.

 

¿Y qué hacían mientras quienes lo llevaron a la responsabilidad del partido? Jesús Ortega y Jesús Zambrano (‘Los Chuchos’) con quienes en la década de los ochenta –junto con Miguel Alonso Raya-, eran “Los Coroneles”? Guardan silencio. Se mueven en lo interno, intentan negociar, cabildean. Intentan solucionar la crisis: pero Navarrete se quedó sólo.

 

Al final, Aguirre Rivero les comió el mandado y presentó su solicitud de licencia para retirarse del cargo, mientras el PRD decidía el sí o no de pedirle que lo hiciera. Al final tuvo que salir Navarrete para decir que “el PRD ha demandado [no demandó] al gobernador de Guerrero que presente la solicitud de licencia”… Lástima. Demasiado tarde. Una tardanza en todo este jaleo que les está costando el reproche nacional…

 

Y lo peor: está costando que en las próximas elecciones el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se lleve la tajada del león, y no precisamente por sus méritos, sino porque, de forma extrañamente simultánea sus dos partidos opositores  –firmantes del Pacto por México- están en la lona: el PAN en su crisis interna y el PRD en su crisis interna y pública… Así que con todo esto se fortalece el partido cuyo presidente de México, Enrique Peña Nieto, cantó ‘el momento mexicano’ y quien llevó a cabo unas reformas estructurales para un país que no es el que hoy vemos…

 

Así, los reproches al PRD llegan del interior del país y fuera del país. El mismo fundador del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas, lo dijo el sábado pasado: “Si se está afectando la imagen del partido; sería absurdo pensar que no se ha afectado la imagen del partido, han sido, en el mejor de los casos, decisiones tardías, son responsabilidades que se asumen cuando uno acepta un cargo de dirigencia”, dijo en alusión a Carlos Navarrete y a la corriente Nueva Izquierda.

 

Pero no sólo es responsable el PRD. Lo es también el gobierno federal. Lo son los tres niveles de gobierno. Ellos y los partidos políticos han decidido y deciden la vida política y social del país y de cada uno de los estados y municipios y de las instituciones electorales: la mayoría de ellos hoy contaminados…

 

Tardíamente sale Navarrete a decir que “Los partidos estamos agotados por cálculos políticos, por equilibrios, por cuidados, por futuros, por elecciones…”. Si. Pero ahí están. Como la negra conciencia de lo que los mexicanos hemos dejado hacer.

 

Y sí. El PRD vive una crisis de alto calado. Pero el país mismo está en momentos de alta tensión como resultado de la suma de todos estos errores y abusos. Hay violencia a la vista, por desgracia.

 

Es en este mismo momento en el que los gobernantes deberán mostrar si tienen la pasta democrática y de estado de derecho de la que dicen estar hechos, o no. Es el momento de buscar que los ánimos calmen, que se haga justicia legal no sólo al caso Iguala o en todo el país; sino también justicia social y política.

 

Y es en este momento en el que se necesita una izquierda que represente la voluntad social del país… Esa izquierda partidaria que no cobijó a la mega marcha del 22 de octubre pasado y en la que 50 mil mexicanos salieron para exigir justicia… Una multitud que, en sí mismo, es otra izquierda: esta sí: la nueva izquierda mexicana.