Foto: Reuters

 

Propuesta para una cláusula a añadirse en los contratos de los mayores cracks del balón: estipular que si algún colega llegara a cobrar más en cualquier rincón del mundo, en automático su salario se homologara.

 

Puede sonar absurdo, pero vista la atención que las estrellas (y las no estrellas) suelen dedicar a lo que los demás consiguen o reciben, en esa dirección vamos.

 

Diez meses atrás, Cristiano Ronaldo extendió su relación con el Real Madrid, a cambio de lo cual le fue subido el sueldo hasta los 23 millones de euros netos, por entonces récord europeo (porque en China, Carlos Tévez gana más). Los merengues habrán pensado que cerraban ese tema de tensión por unos buenos años, mas la serenidad ha durado poco.

 

En ese momento estaba lejos de preverse la inflación consiguiente a la bomba Neymar, incluido el pago mensual de 25 millones. Al mismo tiempo, el Barcelona anunciaba la renovación de Lionel Messi –noticia muy reiterada aunque, a falta de una firma oficial, todavía no zanjada– con otro monto similar. Doble precedente que, según las nuevas que circulan, llevarían al portugués a demandar otra mejora –lo que él dijo: “esta es una pregunta que el presidente sabe contestar mejor”, es decir, que sí, que quiere renovar.

 

Apenas en junio, Cristiano no desmintió la información que señalaba su voluntad de cambiar de equipo. Ante el rumor, su respuesta fue el silencio. Al respecto ahora ha explicado que muy seguido se habla de él y que no puede aclararlo todo, aunque alguna aclaración hubiera sido un bálsamo para la afición que temía perderlo. Como sea, hoy se sabe que desea continuar como local en el Bernabéu.

 

Sobre su calidad futbolística, sobre su liderazgo, sobre su dimensión histórica, sobre su nivel actual, sobre sus cifras estratosféricas, sobre su rol en este Real Madrid, ni siquiera sus críticos tienen demasiado que debatir –y de hacerlo, van condenados a quedar mal. Cuando parecía que los momentos estelares de su carrera eran pretéritos y varios se aventuraban a acusar que en partidos cumbre desaparece, consumó el mejor cierre de temporada de su carrera.

 

Sin embargo, el tema de los contratos, hechos siempre en el futbol para no cumplirse, va mucho más allá. Por ejemplo, Messi ha renovado con el Barcelona ocho veces en doce años, llegando incluso a obtener más dinero sin ceder a cambio una ampliación de la duración del vínculo.

 

Por eso me he referido a esa cláusula que seguramente jamás será: porque si cuanto se ingresa igual tendrá que modificarse en cuanto alguien ingrese más, entonces se abreviarían varios pasos.

 

Cristiano firmó en noviembre, amagó con irse en junio y espera se le renueve en septiembre: así de rápido van las emociones en este deporte. Emociones traducidas en dinero…, o, más bien, dinero traducido en emociones.

 

Twitter/albertolati

 

caem

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