Sin duda tenemos que hacer una revisión de números y metodologías de las mediciones pre-electorales y ver por qué la mayor parte de ellas sobrestimaron al PRI.  Y al hacer esa revisión también tenemos que registrar el interés de cada medio para publicar y cómo fue su nota editorial.

 

No podemos dejar de afirmar que preferimos que se nos evalúe por nuestras mediciones de exit poll o encuesta de salida y conteo rápido, que por las mediciones pre-electorales. Como muestra la tabla, la mayor parte de éstas realizadas el día de la elección fueron bastante precisas. Y para fortuna, las mediciones de encuesta de salida y conteo rápido fueron similares, lo cual no es muy común.

 

 

Parece que no es suficiente decir que hacemos diagnósticos, no pronósticos, para el tamaño de sobrestimación que se observó. Pero en fin, este es el papel que se nos quiere dar en los medios de comunicación, no el que escogimos. Aun haciendo nuestro mejor esfuerzo, cuando hablamos de estimaciones siempre hay un nivel de confianza y un margen de error. Pero aun dicho esto, no podemos dejar pasar que los medios hicieron de nuestras mediciones un espectáculo mediático. Tal vez el mejor ejemplo es GEA ISA con Milenio Diario. Una vez que el espectáculo se acabó, el medio no asume responsabilidad y simplemente decide deslindarse del investigador, incluso pidiendo disculpas. Fue el medio el que dijo que eran predicciones, no el investigador. El medio se exculpa responsabilizando al investigador, cuando es el medio el que creó la percepción de pronóstico.

 

Primero la autocrítica, luego la defensa y al final las explicaciones.  La autocrítica diría que tenemos que ser más precisos porque el elector nos toma por predictores. Prácticamente dos terceras partes de las mediciones pre-electorales GEA ISA, Consulta Mitofsky, Buendía Laredo, BGC, Parametría e incluso Covarrubias y Asociados o Reforma sobrestimamos al PRI en un margen de tres a 11 puntos porcentuales. Ese es el hecho.

 

¿Qué fue lo que las encuestas sí dijeron? ¿O por qué las encuestas se deben de ver más como escenarios electorales, que dato de precisión? Se dio un ganador claro, que aunque parece poca cosa dado el margen de diferencia entre primer y segundo lugar, hace 12 años que no coincidíamos en ganador y para este periodo electoral sucedió. También señalamos con bastante precisión y coincidencia el momento en que el tercer lugar en la mediciones pasó a ocupar el segundo a mediados de mayo. Así mismo se dijo, salvo excepciones, que esto sería una elección de dos y no de tres.

 

 

¿Las explicaciones de la sobrestimación del PRI? Primero hay que decir que hubo algunas mediciones que no sólo no sobrestimaron el margen de diferencia, sino que incluso lo subestimaron, como sería el caso de Berumen e Ipsos-Bimsa (si consideramos su medición y no su modelo).  Ambas mediciones tendrían más problema por su interpretación que por su medición. Los dos casos notables en este rango de “acierto” serían Mercaei por medición y Demotecnia por su modelaje o simulación. Las dos mejores pre-electorales. El resto sobrestimó al PRI, incluido Reforma y Covarrubias.

 

La diferencia entre las pre-electorales y el resultado final de la elección tiene por lo menos dos explicaciones: error de medición o cambio en la decisión del elector. En el primer rubro tenemos una diferencia, si se midió al partido o al candidato. Escenario muy similar a 2006, donde dependiendo como se medía a Roberto Madrazo, el candidato a la Presidencia o a su partido, los resultados por Calderón variaban. Hubo una distancia de cinco puntos entre Roberto Madrazo (23%) y sus candidatos al Congreso (28%). En 2006, quien medía bien a Madrazo, medía bien a Calderón y quien sobrestimaba a Madrazo, subestimaba a Calderón. Esa fue una de las explicaciones del “error” de la pre-electorales de 2006. En esta elección hay cuatro puntos de diferencia entre AMLO (31%) y sus candidatos al Congreso (27%).  Esta sería una primera explicación en lo que se refiere a la subestimación de AMLO. La subestimación del PRI parece más difícil de explicar.

 

 

En la segunda vertiente de explicación, el cambio del elector. La única evidencia que tenemos en Parametría es que para el sábado anterior a la elección la diferencia entre primera y segunda fuerza electoral era de 10 puntos y ya no de 15 puntos como se publicó en la última elección pre-electoral. Es decir, al igual que en elecciones locales como en Puebla, Sinaloa, Oaxaca, Durango o Hidalgo, la última semana cambió la preferencia electoral. Lamentablemente estos datos no son publicables.

 

En conclusión, si se nos evalúa por nuestras encuestas de salida o conteos rápidos, el saldo es muy positivo, pero si se nos evalúa por las pre-electorales parece que el error se magnifica. Al final, al ser casi dos terceras partes los que sobrestimamos al PRI o subestimamos al PRD, el “error” (asumiendo que son pronósticos, el cual no compartimos) fue genérico y atribuible a un fenómeno medible, llamémosle clima electoral, percepción de ganador, o espiral del silencio. Pero al final, como quiera llamarse, fue medible y no necesariamente un “error”.