Parafraseando a Zygmunt Bauman: son tiempos líquidos los que estamos viviendo en el mundo. Convulsiones. Y no hablo sólo de los terremotos que por la naturaleza y la alteración del ecosistema hoy padecemos, sino que me refiero especialmente a la decadencia política, la confrontación permanente y la lucha sin escrúpulos por el poder, todo lo cual vivimos también en la Ciudad de México y en el resto del país.

 

Hoy, 2018 es incierto: se renovarán los poderes Ejecutivo y Legislativo federales, gubernaturas -incluida la de la capital- y se estrenarán las nuevas alcaldías de la CDMX. Es decir, de la fecha presente y hasta el mes de julio del próximo año, viviremos una etapa cien por ciento electoral.

 

En el escenario político nacional y en el electoral se vislumbran tres grandes fuerzas políticas: la primera, encabezada por el PRI, partido que para muchos analistas está muerto y continuará con su lenta extinción, aunque con cero posibilidades de triunfo, a pesar de caminar con sus aliados de siempre; la segunda, el frente que se ha anunciado recientemente, nombrado como Frente Ciudadano por México, conformado por el PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, y al que están por incorporarse -según ha trascendido- otros dirigentes políticos. La tercera está constituida por la coalición Morena-PT, con Andrés Manuel López Obrador a la cabeza.

 

Desde hace varios años, López Obrador se coloca como el puntero y el único candidato visible para ocupar la Presidencia de la República. Si en este momento fueran las elecciones, él se convertiría en el Jefe del Ejecutivo federal, y la alianza Morena-PT, en la fórmula triunfadora.

 

Sin embargo, la aparición del Frente Ciudadano por México, el cual empezó ya a ganar terreno entre las preferencias electorales, según las primeras encuestas; además de los errores políticos cometidos al interior de Morena, como el desprecio

 

por sus militantes y dirigentes, pueden dar pie a que se genere una competencia mucho más cerrada de lo que hace un mes hubiéramos podido anticipar.

 

Hoy, la moneda está en el aire, nadie podría apostar quién ganará. Andrés Manuel permanece imbatible hasta el momento, y en tal panorama él, Morena y el PT podrían resultar triunfadores, aunque no con holgura.

 

Al final del camino, pareciera que dos de las tres fuerzas políticas ya integradas en coaliciones están en la disputa real por el triunfo en las urnas, y estamos por presenciar márgenes muy cerrados en la elección presidencial del mes de julio próximo.

 

La fórmula triunfadora es aún de pronóstico reservado, pero no cabe duda de que está por comenzar una contienda reñida, abundante en insultos, descalificaciones y guerra sucia. Se vislumbra un ambiente nunca visto, o pocas veces visto, en el escenario político nacional.