Al recibir esta noche la Medalla Bellas Artes, el escritor y poeta Francisco Hernández (San Andrés Tuxtla, Veracruz, 1946) informó que el reconocimiento lo dedica a su maestro Patricio Redondo.

 

Durante el acto realizado en el Palacio de Bellas Artes, el autor de “Óptica la ilusión” y “La isla de las breves ausencias” explicó que “él me incitó a adentrarme al mundo de las letras. Su técnica de enseñanza consistía en que los lunes teníamos que escribir lo que habíamos hecho el fin de semana.

 

“De primero a sexto año de primaria esa fue toda nuestra tarea. Sus clases se acompañaron de ‘Platero y yo’, de Juan Ramón Jiménez, y de ‘Don Quijote de la Mancha’, de Miguel de Cervantes”, recordó el también ganador de los premios de poesía Carlos Pellicer y Jaime Sabines.

 

El bardo suspiró al señalar que en aquellos años de su infancia en la escuela, esa técnica era toda una novedad en la educación, ya que, además de escribir, los niños dibujaban. “Ese fue mi mayor aliciente para dedicarme a las letras. La imaginación era lo más importante, en el sentido de que yo inventaba todo lo que escribía los lunes”.

 

Recordó que de niño pensaba: “¿Qué me puede pasar en un pueblito de 10 mil habitantes a los 10 años de edad?”, por eso inventaba lo que le pasaba, “total, nadie me conocía. Esto me ayudó a desarrollar mi imaginación”, señaló ante los asistentes a la Sala Manuel M. Ponce del coloso de mármol.

 

Mencionó que luego de terminar la secundaria, lo que significó ir a la preparatoria a Xalapa, el mundo de Francisco Hernández se abrió a otras perspectivas, como las librerías y el cine. “Todo ello alimentó mi imaginación y mi escritura. Incluso imitaba a muchos escritores que me influyeron en ese momento, como Pablo Neruda y Octavio Paz”.

 

Tras hacer un recuento de su vida, aseguró que se encuentra contento y satisfecho, porque son muchos años de escribir. “Lo único que hago es escribir libros de poemas y diarios que en total suman 25 volúmenes. Eso es lo único que he hecho en mi vida, pero no ha sido en vano. Por eso la Medalla ‘Bellas Artes’ me llena de alegría”.

 

El ganador del Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 1982 señaló que en su momento para sobrevivir escribía poemas y hacía comerciales. “Mi deseo de escribir poesía nació desde muy chico, en la primaria, en el momento que mi padre me decía que dejara de leer ‘Supermán’ y ‘Tarzán’ y me regaló un libro del poeta Salvador Díaz Mirón”.

 

Desde entonces y después de 25 libros, continuó, sigue escribiendo y pensando que lo que hace es una intención, poesía en grado de tentativa.

 

“En mis más recientes libros, los temas que aparecen constantemente son la locura, la desesperación y la depresión, a través de los ojos de Friedrich Hölderlin, Georg Trakl y Emily Dickinson”, informó el galardonado.

 

La poesía consiste en hacer que se produzca un milagro, sin proponérselo; lograr una belleza que pueda sorprendernos. La poesía nos sacude y nos provoca un estado de ánimo distinto, uno más elevado al que estamos acostumbrados. Su misterio es en qué momento aparecerá. Es un dictado que no sabemos de dónde procede ni hasta dónde llegará”, concluyó.

 

Durante el acto, la también autora Pura López Colomé recordó que Hernández “ha recibido todos los reconocimientos literarios, desde que lo conozco publica por lo menos un libro al año, y su escritura es sístole y diástole”.

 

A sus 70 años de edad, y después de 25 libros publicados, el autor veracruzano sigue escribiendo y pensando que lo que hace es poesía en grado de tentativa y duda a menudo ser poeta.

 

jram