¿Racismo o uso justificado? Un debate que, sin ser nuevo, ha tomado máxima relevancia con la presencia de Cleveland en la Serie Mundial: la molestia que el apodo de Indios y su consiguiente logotipo, genera en comunidades indígenas de los Estados Unidos, así como en organizaciones civiles en contra de la discriminación.

 

Tan es así, que el martes, previo al juego 1, hubo protestas alrededor del estadio, tal como suele suceder ahí mismo a cada inicio de temporada. Por el estereotipo que implica (la caricaturización de un grupo étnico), por la evidente inviabilidad de que hoy se permita algo parecido con otra minoría (en un país donde se recurre al término afroamericano, parece inimaginable que un equipo sea apodado “los negros”), por una lucha de al menos 40 años en contra de esa mascota y por aludir de forma alegre a todo un genocidio.

 

Por supuesto que la abrumadora mayoría de los aficionados a esta novena, incluso aquellos que suelen disfrazarse con rostro pintado de rojo y plumaje en la cabeza, no está consciente o coincide con la afrenta. El problema es que buena parte de las entidades deportivas estadounidenses tienen por apodo y mascota a algún animal, siendo una de las excepciones más recurrentes las que se refieren a grupos indígenas (los Pieles Rojas de Washington y Jefes de Kansas en la NFL, los Halcones Negros de Chicago en la NHL, los Bravos de Atlanta en las mismas Grandes Ligas).

 

Mientras que Cleveland se aferra a esa imagen, numerosos equipos profesionales y estudiantiles han optado por anularlas; por ejemplo, los actuales Guerreros de Golden State tuvieron antes un escudo de ese género, así como más de veinte escuadras universitarias se han ido desprendiendo del sobrenombre de Pieles Rojas.

 

Recientemente, los Indios de Cleveland dejaron de utilizar el logo que incluye al apodado Chief Wahoo, sustituyéndolo por una estilizada C. No obstante, en este momento de máxima trascendencia deportiva y cuando más vistos son en diferentes confines del planeta, lo retomaron.

 

De ninguna manera hablamos de un equipo de historial racista; por dar un ejemplo, el primer jugador negro en la historia de la Liga Americana, el poderoso bateador Larry Doby, apareció con Cleveland en 1947 (un año después de la irrupción de Jackie Robinson con los Dodgers en la Liga Nacional). Como testimonio de su coronación en la Serie Mundial de 1948, queda la foto del más emotivo abrazo (cachete pegado a cachete e inmensas sonrisas) con el pitcher blanco Steve Gromek: la integración racial en el deporte mucho antes que en la sociedad y, sobre todo, en la política con el voto para todos. Más aun, la primera gran figura indígena en las Ligas Mayores, actuó para las entonces llamadas Arañas de Cleveland: Louis Sockalexis, nacido en una reserva indígena y descendiente de un jefe de tribu.

 

La principal razón por la que Cleveland se aferra a esos símbolos, es una tradición de cien años y toda la mercadotécnica consecuente. El problema es que hoy no tiene porque ser admitido lo que parecía adecuado o respetuoso un siglo atrás; y que, sin duda, ese logotipo se fundamenta en estereotipar y caricaturizar a un grupo, al grado de ser indiscutiblemente peyorativo.

 

Twitter/albertolati

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