Europa vive una invasión pirata y el mar digital es donde Amelia Andersdotter (Suecia, 1987) desembarcó. La eurodiputada más joven del Parlamento Europeo visitó México para participar en el Ciclo de Conferencias Democracia en la era digital que organiza WikiPolítica del DF en donde abordó los objetivos políticos de la organización que le dio el escaño en el Parlamento: el Partido Pirata sueco que consiguió más de 200 mil votos en las elecciones europarlamentarias de 2009 (7.1% de los sufragios), anclándose al corazón de Europa.

 

¿Cómo se explica el auge de los piratas en ese continente? Las claves de su ascenso se centran en la precisión de su programa y su atractivo entre el electorado joven, indignado y escéptico de la política tradicional.  La historia del partido, fundado en 2006, se remonta a la implementación en Suecia de una directiva aprobada en 2005 que criminalizaba la libre información que circulaba en Internet y le otorgaba al gobierno poder para leer correos electrónicos privados con objeto de no perder el control sobre la población.

 

“En el ámbito cultural, lo que ocurre es que cada vez tenemos menos derechos, con respecto a artículos académicos médicos, libros y películas que a los que teníamos acceso en los setenta; en los setenta me hubiera sido muy fácil grabar un cassette con mis canciones favoritas y dárselo a un amigo, y actualmente hay leyes que me prohíben hacer esto” cuenta.

 

En esas fechas Amalia sólo era una activista más en contra de las políticas del gobierno. “Mi experiencia durante el activismo es que no es suficiente, si eres un movimiento civil, si estás intentando dialogar con el gobierno, no vas a llegar a ningún lugar a menos de que tengas apoyo dentro de la estructura (..) La idea principal del Partido Pirata era que si se lograba llegar a la legislación, si se lograba que la gente fuera electa  entonces llevarían consigo asuntos de relevancia que nos preocupaban como la privacidad y la libre información”, temas con los que está especialmente comprometida.

 

Pero para que los piratas fueran tomados en serio tomó tiempo. “Suecia no estaba todavía completamente lista para un partido enfocado en la sociedad de información” asegura Amelia. El caso del Partido Pirata era singular.  “La organización no tenía ese éxito en aquél momento y la mayoría de las instituciones de la Naciones Unidas se negaban a ser partícipes de reformar  leyes de propiedad intelectual, industrial, copyright y patentes,” reconoce.

 

Decisivo y detonador fue la indignación que provocó -en su mayoría de jóvenes- la condena de tribunal sueco a un año de prisión a los administradores de Thepiratebay.org, radicado en Suecia y considerado el mayor motor de búsqueda de material multimedia en el protocolo BitTorrent (de transferencia de archivos). Resultado: la afiliación al partido se triplicó.

 

“Este acto fue visto bastante arbitrario y llevó a mucha gente a votar por el Partido Pirata en protesta por la injusticia de la que fueron víctima estos individuos. Y fue así como terminé siendo parte del parlamento europeo”.

 

Incursión a la política

 

Aunque fue electa en 2009, una situación particular hizo que su llegada al Parlamento se retrasara, tuvo que esperar a que se pusiera en marcha el Tratado de Lisboa.

 

“Esos dos años fueron ampliamente educacionales para mi. Fui muy afortunada de no volverme parte del Parlamento Europeo inmediatamente, estuve dos años en Bruselas, aprendiendo cómo funciona el sistema. También pude verlo desde la perspectiva de un practicante, los practicantes son normalmente tratados mal, se les paga muy poco y a nadie le interesan”, cuenta mofándose.

 

Por qué Pirata

 

“La palabra ‘Pirata’  fue una denominación utilizada por complejos de la industria hacia la gente que estaba dando nuevos usos a la cultura de medios en línea.” Amelia quiere asegurarse de que ese término no es negativo. “Construir puentes culturales entre la gente no es malo, es una actividad muy útil con la cual relacionarse (..) la Unión Europea dice ser un lugar dónde se conectan diferentes culturas pero la verdad es que no tenemos el marco legal para hacerlo y la piratería puede ayudar” asevera.

 

La propiedad intelectual es uno de los temas en los que su partido está muy centrado. “La gente tiene derecho a compartir documentos culturales en Internet, la cultura es un aspecto muy importante de cómo nos comunicamos en grupo”, subraya. Precisamente la reforma del copyright es quizá ahora la cuestión más complicada. El objetivo del Partido Pirata es limitarlo a cinco años.

 

 

El poder de internet

 

A finales de los noventa, fueron los movimientos sociales quienes comenzaron a utilizar la tecnología digital para coordinar sus actividades y fue hasta el tratado de libre comercio en 1995 cuando  el uso de esa herramienta fue tomado en serio. Pero para Amelia,  más tarde llegó el desencanto. “Lo que vemos después del 2001 no es muy alentador, la gente comenzaba a perder cada vez más poder en manos de la tecnología, hay una gran cantidad de leyes de vigilancia y leyes regulares de los derechos humanos que habían sido implementados en convenciones de tratados internacionales y que no están siendo respetadas.” Cita uno de lo que para ella es uno de los ejemplos más claros y “aterradores” del control de vigilancia sobre la población.

 

“Escuché hablar sobre un programa que revisa los tuits y sabe si existe el riesgo potencial de protestas públicas. De existir el riesgo, este software automático puede intervenir los mensajes y al hacerlo interrumpe el flujo del proceso” lo que para ella viola el derecho de manifestantes a congregarse y expresar colectivamente insatisfacción.”

 

“Cada vez nos adentramos más en la situación en la que tenemos que cuestionar si estamos utilizando la tecnología para dañar las bases democráticas de nuestras sociedades. Y esto es lo que el Partido Pirata puede hacer y ha estado haciendo, para el futuro (..)” asevera.

 

Amelia también dedico un espacio al controvertido tema de “Derecho al olvido” que exíge a Google retirar información de un usuario para cuidar su identidad en aquellos casos en los que, revelarla, no aporta información pero sí daña a su imagen.

 

“Google no es una corte constitucional: ¿cómo sabría qué es relevante respecto a la libertad de expresión?, se pregunta la eurodiputada. La ieficiencia de proteger a los derechos humanos tendría que ser la mayor característica de todo sistema como Google. La toma de decisiones democráticas no son eficientes, no es como la dictadura donde tú simplemente decides algo y el resto de la gente tiene que cumplir. En la democracia se trata de mantener un diálogo para intentar cambiar las cosas lentamente”.

 

Aunque Amelia no está segura de cómo pueda implementar su influencia en un futuro y le gustaría enfocar sus actividades los próximos cinco años en lograr contingencias locales en diversos estados de la Unión Europea para tener un mayor impacto, una de sus fantasías es que los comisionados europeos reafirmen su compromiso con la reforma de los derechos de autor. “Espero que de alguna manera podamos encontrar puntos en común para nuestros países y trabajemos para lograr un mejor futuro digital para nuestros ciudadanos, la reforma de los derechos de autor de la Unión Europea se ha enfrentado a interesantes desafíos”.

 

Sea como fuere, la acometida pirata ya es una batalla que amenaza con expandirse por toda Europa a favor de los derechos civiles en la sociedad de la información.