Las peores secciones de los periódicos mexicanos son las internacionales. Total, nadie las lee. Conocer las entrañas del embarazo de Ninel Conde se convierte en un producto consumible por la trascendencia de sus nutrientes. “Enrique Iglesias no tiene tiempo para ser coach”, apunta una cabeza nutriente de proteínas.

Otra de las ramificaciones editoriales que conectan ad hoc con los meridianos cerebrales es la deportiva. “Estima Piojo que el brasileño (Neymar) está un nivel por debajo de su compañero Lionel Messi”. En célebre intuición se esconde el olfato de Parménides, porque a todos nos queda claro que lo que es es y lo que no es no es. Otra vez, trascendentes palabras del director técnico de una selección que representa a un país que tiene a una de las ligas mediocres del mundo.

 

El estudio “México, las Américas y el mundo 2012-2013”, elaborado por el Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), apunta que “no hay brecha de interés ciudadano entre asuntos nacionales e internacionales ni una inclinación general en el público que lo lleve a privilegiar lo nacional sobre lo internacional” (pág. 31). Según el estudio, “el 59% del público dice estar muy o algo interesado en las noticias sobre la situación política y social interna, 56% muestra interés en las relaciones exteriores de México y 51% en noticias sobre finanzas y economía” (pág. 32). Si el segmento de estudio cambia de “público” a “líderes” las cifras se disparan: “98% de los líderes se interesa por la situación política y social nacional, 95% por las relaciones de México con otros países y 91% por la economía” (pág. 32). Si los números que recoge el CIDE se traducen a la realidad en el consumo de la información esbozaría una pregunta: ¿Por qué no existe una relación entre el número de páginas de cualquier periódico mexicano con el interés que tienen público y líderes por noticias internacionales? El mismo sentido de la pregunta se podría aplicar a noticieros de televisión y radio. No se puede asimilar que una escasa brecha entre el interés nacional e internacional (98% frente al 95%, respectivamente, en el caso de líderes, y 59% frente al 56%) se traduzca a la enorme brecha que los periódicos mexicanos le dedican, en número de páginas, a las situaciones política y social nacional frente a política y social internacional.

 

En la edición impresa de ayer, Le Monde (que siempre abre las secciones con la internacional) distribuyó sus páginas de la siguiente forma: cinco páginas a la sección internacional; seis a Francia; tres a cultura; una para la tribuna que se compuso de tres textos de opinión, dos sobre China y uno sobre Israel; una de análisis sobre los partidos alemanes y dos páginas de investigación sobre el caso de Crimea. Inclusive, en su ya clásica editorial de primera página, ayer se la dedicó al tema de la ingobernabilidad egipcia. Esta distribución podría reflejar los números levantados por el CIDE, inclusive, el número de páginas dedicadas por Le Monde a asuntos internacionales superó dos a uno respecto a asuntos locales. La mezcla elegida ayer por los mexicanos fue: Reforma: 10 entre información nacional y estados frente a dos dedicadas a información internacional; El Universal: 11 frente a dos; Excélsior: 18-6; 24 HORAS: 10-2.

 

Como se puede ver, Excélsior es el periódico que más páginas le dedica a la información internacional. Pero ¿por qué razón no se sostienen los números que presentó el CIDE respecto a la correlación número de páginas e interés por los temas internacionales?

 

Una de las hipótesis la aporta la sociología del mexicano en el consumo de información. El modelo de la televisión mexicana abreva a su ficción del binomio espectáculos-deportes para recrear al mundo de la política; es una especie de trasvase de ficción a un área árida por su oscurantismo retórico. De ahí que muchos lectores de noticias hayan iniciado en el mundo del espectáculo, destrozan la objetividad gracias a sus dotes de histrionismo. Les va muy bien. Ganan una fortuna porque generan millones de impactos.

 

De las arenas televisivas saltan a las páginas de los periódicos para abrevar al oscurantismo retórico de lo político de enormes dotes de ficción espectacular.

 

De ahí nace la discrecionalidad en el pago a los columnistas. Una pluma cómica gana más dinero que una pluma “aburrida” por su capacidad de generar más retuits (rating en redes sociales). En efecto los nombres de marca se industrializan en la televisión y no en la academia. Investigar y dar clases no son vehículos del mainstream.

 

Los abuelos nos dicen que durante el etnocentrismo presidencial del PRI las páginas de los principales periódicos abrazaban al mundo; 45 años después la situación se ha revertido. En la actualidad, el secretario de Relaciones Exteriores, José Antonio Meade, ha hecho hasta lo imposible para diversificar a profundidad las relaciones de México. Sin embargo, en la jerarquía mediática, poco importa, por ejemplo, la Alianza del Pacífico. Por ello, las postales de Ninel Conde cubren los apetitos sociológicos del mexicano.