La disculpa presidencial por la Casa Blanca, interpretan los altos mandos, tiene doble lectura.

 

En principio, los destinatarios son los tres gobernadores a quienes el PAN ha puesto marcación personal y a cuyo encarcelamiento Ricardo Anaya apuesta el triunfo en 2018.

 

Si Enrique Peña les dio la muestra, deben proceder en consecuencia y al menos desistir de crear aparatos de protección para cuando dejen los poderes ejecutivos de sus estados.

 

Anaya y sus sabuesos –Carlos Joaquín en Quintana Roo, Miguel Ángel Yunes en Veracruz y Javier Corral en Chihuahua– tienen trazado el camino para saciar su venganza e hincharse de votos.

 

Los ejercicios de entrega-recepción serán la base para determinar montos y comenzar la persecución.

 

Inclusive al menos un gobernador electo está tentado a no recibir toda la nueva administración de su antecesor, aunque por inédito y vacíos legales analiza a quién recurrir: si al Congreso local, a la Auditoría Superior o, de plano, a la PGR.

 

Los objetivos están a la vista: Roberto Borge, Javier Duarte y César Duarte.

 

Si el PRI es mano, Ochoa debe proceder ya

 

Si el primer mensaje es preocupante, peor resulta el segundo.

 

El PRI será mano.

 

Como dijo en su asunción el designado Enrique Ochoa: el partido oficial tratará de ganar la bandera anticorrupción en aras de reposicionarse para 2017 y 2018.

 

En esta fase cabe la advertencia de la secretaria general del PRI, Carolina Monroy, quien tras escuchar a Ochoa habló de casos evidentes de desvíos y enriquecimientos de gobernantes priistas.

 

-Ahí está el caso de Javier Duarte –señaló y marcó pauta–; con él debiéramos comenzar y poner el ejemplo.

 

Todos conocemos la cercanía de Monroy con Enrique Peña, y no puede hablarse de mensajes separados.

 

La pregunta está planteada:

 

-¿Se adelantarán el PRI y la PGR de Arely Gómez a la campaña de linchamiento y desprestigio del PAN de Ricardo Anaya?

 

Hasta ahora solamente un gobernador ha sido perseguido por la justicia federal antes de dejar el cargo: Mario Villanueva, con quien Ernesto Zedillo tenía cuentas pendientes y no se las perdonó.

 

¿Cuál será el destino de la Casa Blanca?

 

Desde la Presidencia se recicló una información:

 

El 19 de noviembre de 2014, la señora Angélica Rivera de Peña explicó en un mensaje cómo se hizo y deshizo de la Casa Blanca, revivido ayer con carácter de perdón y arrepentimiento por su esposo, Enrique Peña.

 

Dijo en aquella ocasión:

 

“Quiero comunicarles que he tomado la decisión de vender los derechos  derivados del contrato de compraventa, porque yo no quiero que esto siga siendo un pretexto para ofender y difamar a mi familia”.

 

Semanas después difundió un boletín del acuerdo con la Ingeniería Inmobiliaria del Centro, S. A. de C. V., donde informa que el trato se deshizo más o menos así:

 

Ella no ejerció su derecho de compra, la inmobiliaria le cobró renta y a cambio le regresó lo abonado con intereses.

 

Y concluye el boletín:

 

“De esta manera, desde esa fecha (11 de diciembre de 2014), la señora Rivera no tiene relación alguna con el inmueble, es decir, ni la posesión ni la propiedad”.