La salida de Margarita Zavala del Partido Acción Nacional es un ejemplo más de la total y absoluta descomposición de los partidos políticos en México, que se han dedicado a sólo buscar el poder, ya no olvidado los principios y la ideología.

 

Hay algo que no se le puede negar a Margarita Zavala y a su esposo, Felipe Calderón. Se trata de una pareja de militantes puros, de ésos que comenzaron a trabajar para su partido cuando no había presupuesto ni salarios ni recursos otorgados por el Estado para las campañas políticas.

 

Se trata de una pareja de políticos que hasta donde se sabe son honestos y no forman parte de esa fauna de gobernantes que son perseguidos por la justicia debido a que dedicaron su ejercicio a enriquecerse con el dinero público.

 

Hoy por hoy, ningún partido político se salva de la indefinición ideológica de la falta de principios del corporativismo y de la corrupción. Todos sin que haya uno que sea la excepción han dedicado todo su quehacer a la lucha electoral, dejando de lado las causas sociales, las ideas y la mística partidista.

 

Los partidos políticos mexicanos se han convertido en una aspiradora de dinero que es con el cual hacen política, atrás quedaron los años en que los miembros de algún partido político de oposición ponían todo para echar adelante sus ideas y proyectos, para criticar al gobierno en turno, para intentar convencer a los mexicanos que las cosas funcionan mal y que los políticos en el gobierno se han dedicado más a servirse que a servir a la sociedad.

 

Por eso no es ninguna sorpresa la crisis de credibilidad y respeto que viven los partidos políticos en México, al llegar al poder, Acción Nacional, el Partido de la Revolución Democrática, Morena y toda la chiquillada que les sigue en lugar de cambiar la forma de gobernar y de hacer política, adoptaron los peores usos y costumbres de los tiempos del ejercicio del poder y del gobierno del partido casi único.

 

Hoy en la actualidad, los políticos y los partidos no saben hacer campañas sin carretadas de dinero, sin los spots de radio y televisión de los que se apropiaron en la reforma electoral del año 2007.

 

Por eso están como locos intentando no soltar ni un solo peso de los impuestos de los mexicanos para entregárselos a los damnificados por los sismos del 7 y 19 de septiembre pasados.

 

Margarita Zavala es un ejemplo del hasta aquí, no se trata del oportunismo propio de Andrés Manuel López Obrador y muchos otros que simplemente cambiaron de chaqueta o crearon su propio partido para seguir gozando de los privilegios del poder y del dinero públicos.

 

Puede coincidir sí o no con Margarita Zavala y su esposo, Felipe Calderón. Son conservadores, no son precisamente de aquéllos que están del lado de las causas sociales frente al poder del dinero y de los empresarios; ambos vienen cargando los saldos negativos de la fallida guerra contra el crimen organizado y que emprendió Felipe Calderón y que dejó como saldo miles y miles de mexicanos muertos durante su sexenio, pero sin duda se trata de dos personajes que no tienen la mancha de la corrupción y el oportunismo encima.

 

Así las cosas. La salida de Margarita Zavala y de su esposo de Acción Nacional es un ejemplo de cómo las instituciones políticas en México se han descompuesto poco a poco bajo el afán de simplemente obtener el poder por el poder.

 

Una enfermedad que ha contaminado a México es el pragmatismo político, la falta de principios, el ver al gobierno y los congresos con una propiedad y no como una herramienta de servicio.

 

Sin duda la salida de Margarita va a beneficiar al Partido Revolucionario Institucional, y en eso no se equivoca Ricardo Anaya, pero es un gigantesco llamado de atención para los que se hacen del poder para construir su propio proyecto, para los que no entienden que la democracia de una forma u otra, con distorsiones y dificultades, llegó a México hace ya casi dos décadas.

 

Una alerta que les dice a todos que hay sin duda personas y grupos que no están dispuestos a seguir aceptando el autoritarismo, el abuso y la prepotencia.

 

Ya veremos cómo le va a los independientes en esta próxima elección. Seremos testigos de unos comicios como nunca se habían visto en México, estaremos atentos a múltiples campañas electorales y en la forma en la que los ciudadanos intentan hacerse presentes en algo que le habían secuestrado los partidos, que es la capacidad de decidir, de hacer suya la vida pública.

 

 

caem