Es la pregunta que debemos hacer a todos aquellos que han dicho que quieren ser candidatos a la Presidencia de México. Y no digo que nunca se haya hecho, sino que periodistas debemos ser más enfáticos en obtener una respuesta que en realidad corresponda a lo que preguntamos. ¿Para qué quiere ser Presidente?

 

 
Quizá usted considere que se trata de un cuestionamiento naif, pero muchas veces, los entrevistadores nos dejamos llevar por la agenda política, por la “grilla” -como dicen- y olvidamos formular preguntas elementales que pueden revelar mucho más sobre el estilo, la personalidad y la ambición de una persona.

 

 
Los políticos tratarán de envolvernos con respuestas como: “Para sacar de la pobreza a millones” o “para cambiar la realidad de miles de mexicanos”; otros tal vez respondan: “Para llevar a México al lugar que se merece” o “Para que mi gente viva mejor”. ¿Qué significa vivir mejor?, ¿qué lugar merece México?, ¿conoce usted la realidad de los mexicanos?, ¿cómo pretende lograr que la gente deje de ser pobre?

 

 
Pareciera una lección de periodismo básico y, desde luego, no aspiro a que algún precandidato me responda que quiere llegar al poder por ambición personal, para volverse intocable, para enriquecerse o por ser “el elegido”, entre muchas respuestas que podríamos imaginar. Pero me parece relevante comenzar por saber para qué quisiera alguien, en este complejo contexto, sentarse en “la silla”.

 

 
No debe haber muchos momentos en la historia de nuestro país en los que encabezar la administración pública federal haya sido tan complicado como se pronostica lo será para el próximo Presidente. La figura presidencial se ha devaluado hasta niveles incluso alarmantes, la clase política es repudiada, el sistema deja hacer muy poco, los cambios se esperan inmediatos y difícilmente se perciben, y lo que para unos puede representar una solución, comúnmente trae perjuicios para otros tantos. Pareciera que, sin una varita mágica, resulta imposible cambiar el rostro del país. ¿Para qué alguien querría ser Presidente?

 

 
Sí, está el poder por el poder, el ego, la vanidad, pero hay que reconocer y celebrar que hoy los mexicanos evaluamos y criticamos más que antes, gracias al acceso a la información. En sencillas palabras, ya no compramos -al menos no todo- lo que nos venden, así que, vamos desde el principio: “¿Para qué quiere usted ser Presidente? Eso es lo que nos toca.

 
Meade y la estrategia de AMLO

 

 
Hace algunos años, muy pocos, veían a José Antonio Meade como un posible aspirante a la Presidencia. Su enfoque económico lo excluía del arquetipo del político de “plaza pública”. Sin embargo, su capacidad lo ha llevado a ocupar algunas de las más importantes carteras federales, incluso en administraciones de fuerzas políticas distintas. Días atrás, Andrés Manuel López Obrador lo mencionó como el posible candidato del PRI. Poco tiempo habrá que esperar para conocer el efecto de las palabras del tabasqueño; si conseguirá que los “viejos lobos” priistas lo devoren o si habrá activado a un adversario que cuenta con un perfil adecuado para los tiempos y es bien visto en múltiples esferas.

 
Querétaro ya tiene Sistema Anticorrupción

 

 
Una vez más, el nacimiento del Sistema Nacional Anticorrupción está atorado y enfrascado en un debate político como si no fuera urgente. Mientras tanto, en este mismo sentido, surgen casos a nivel estatal que valen la pena destacar, como el de Querétaro. El gobernador Pancho Domínguez empujó la implementación del Sistema Estatal Anticorrupción, que ya es una realidad y coloca al estado como uno de los pocos que han logrado desarrollar una ley satisfactoria en este sentido, según el IMCO. Bien.