Todavía recuerdo aquellos tiempos cuando al monumento de Cristóbal Colón lo llenaban de pintura y le arrojaban huevos cada que llegaba el 12 de octubre, el Día de la Raza, pues lo mismo ocurre cada aniversario del Día contra la Homofobia: se buscan dianas a las cuales tirar y reprochar, y una de esas dianas soy yo. Fecha en que recibo desde amenazas, insultos y demás desprecios de parte de quienes dicen ser agredidos y ofendidos, pero incluso a eso se acostumbra uno, y más cuando ya no es novedoso algún linchamiento en las redes sociales.

 

Este año, por cierto, se encumbró la celebración con el evento presidencial, en donde el Presidente lanzó una propuesta de cambiar la Constitución en favor de matrimonios homosexuales, adopciones homosexuales y educación homosexual para las nuevas generaciones.

 

Hoy, tal parece que la discusión de tan polémicos pronunciamientos no es lo esencial. Lo importante a analizar es por qué un Presidente que nunca se había manifestado en torno a esos temas de tal manera ahora lo hacía a costillas, inclusive de su deterioro en popularidad con gran parte de la sociedad convencional que no es ni tiene prioridades en este tipo de temas.

 

Por qué de la noche a la mañana, EPN se pronunció en favor de la mariguana para portar incluso más cantidad por persona que en países liberales en ese tema, del aborto consentido a menores sin necesidad de consentimiento de sus padres, únicamente con el argumento de ellas mismas de que fueron violadas, política que abre prácticamente y de manera universal el aborto en el país y coronando su actuación con el tema de la homosexualidad. Por qué cambió de pronto y se pronunció así con políticas públicas tan radicales. Nunca fue su postura, nunca enarboló esas banderas y, de pronto, todo de un jalón, en un mes aproximadamente.

 

¿Será porque fue presionado por algún organismo internacional? ¿Será porque de pronto se volvió hippie? Quizás ocurrió porque, y en ésta me inclino a creer, a nivel internacional y en temas de derechos humanos, ha sido vapuleado por desapariciones, impunidad galopante y el desprestigio total de figuras jurídicas. Y ante todo esto apanicado, ante inminentes elecciones, decidió aventar confeti simulando una fiesta en un velorio; eso, creo yo, ha sido lo que ha ocurrido, confeti que no lo ayudará en mucho porque pronto, como pasa en toda fiesta, se convierte en basura y habrá que barrer los papelitos de colores, al tiempo si no.

 

Hoy, expertos en leyes ya le imputan, escuche usted, vulnerar el estado laico, mismo que manifiesta en su redacción que el Estado debe ser neutral a religiones y a ideologías, y el desplante presidencial no fue otra cosa más que decantarse por la ideología de género.

 

¿Cómo la ve? Y en mi caso ya lo he manifestado, nunca he discriminado, ni odiado ni agredido a un homosexual. Jamás, y he trabajado con muchos, y con cariño los recuerdo y creo que ellos a mí, lo que no estoy ni estaré de acuerdo es en tratar de promover preferencias personales de tipo sexual en niños y niñas que nada tienen que ver en esto.