TURÍN. El papa Francisco oró en silencio el domingo frente al Sudario de Turín, donde han llegado este año cientos de miles de personas para observar la túnica que algunos creen cubrió el cuerpo de Jesús después de su crucifixión.

 

El pontífice se sentó durante varios minutos frente al llamado en Santo Sudario, expuesto dentro de una cápsula de vidrio. Agachó su cabeza en aparente señal de reflexión y observó ocasionalmente la túnica de 4.3 metros (14 pies) de largo. Después colocó su mano sobre la cápsula y se retiró sin hablar.

 

Más tarde, después de oficiar la misa en una plaza de Turín, Francisco dio su impresión sobre el Sudario al hablar sobre el amor que manifestó Jesús por la humanidad al ser crucificado.

 

“Icono de este amor es el Sudario que, aun hoy, atrae a tanta gente a Turín”, afirmó el pontífice. “El Sudario atrae a la gente al rostro y cuerpo atormentados de Jesús y, a la vez, la dirige al rostro de toda persona sufriente e injustamente perseguida”.

 

El Sudario se exhibe desde el 19 de abril hasta el 24 de junio.

 

Otros papas han hecho el viaje a la ciudad norteña durante exhibiciones anteriores del Sudario. Cuando el papa Juan Pablo II lo vio en 1998, dijo que el misterio en torno de la túnica mortuoria planteaba interrogantes sobre la fe y la ciencia y si realmente cubrió el cuerpo de Jesús. Instó a continuar los estudios científicos. Benedicto XVI lo describió como un ícono “escrito con la sangre” de un hombre crucificado.

 

Los escépticos dicen que se trata de una falsificación medieval.

 

Turín, la sede de la industria automovilística italiana, es considerada la capital de los trabajadores de saco y corbata y durante su visita de dos días a la ciudad, Francisco denunció la explotación de los trabajadores, en especial las mujeres, los jóvenes y los inmigrantes.

 

“La inmigración aumenta la competencia, pero los migrantes no deben ser culpados debido a que son víctimas de la injusticia, de esta economía del descarte y de las guerras”, dijo el papa en un discurso en la plaza frente a la catedral.

 

Después al parecer se refirió a algunas regiones del norte de Italia y a otras naciones europeas que se niegan o se resisten a recibir a algunos de las decenas de miles de inmigrantes que han llegado al sur del país después de ser rescatados del mar.

 

Turín es la capital de la región de Piamonte. Durante la misa, el papa de origen argentino citó de un poema en un dialecto local que elogia las cualidades de los piamonteses emigrados —como algunos de sus propios antepasados— que buscaron trabajo en otras latitudes.

 

Citando el poema, Francisco afirmó que esos emigrantes “correctos y sinceros, eran lo que aparentaban, parcos al hablar pero sabiendo de qué hablaban, caminaban lentamente pero llegaban lejos; no escatimaban el trabajo, raza libre y obstinada”.

 

En una escala no prevista, Francisco visitó la iglesia en Turín donde sus abuelos paternos se casaron en 1907 y donde, un año después, fue bautizado su padre, Mario. Según la agencia noticiosa ANSA, el religioso Giustizio Zoppi dijo que el pontífice depositó un florero con un ramo de rosas rojas sobre el altar y pidió una silla para poder sentarse allí en silencio durante unos minutos.

 

“No le pedimos que viniera, sino que él lo quiso”, afirmó Zoppi.

 

El lunes, antes de regresar a Roma, el papa comió en Turín con algunos de sus antepasados que viven en Piamonte.