El papa Francisco pidió a los obispos tener mirada limpia, de alma transparente, de rostro luminoso, “no se dejen corromper por el materialismo trivial ni por las ilusiones seductoras de los acuerdos debajo de la mesa”, asegurando que México no necesita príncipes, sino obispos servidores.

 

En el marco de su encuentro con obispos en la Catedral Metropolitana, de manera indirecta, el Papa hizo mención a los escándalos de corrupción e influyentismo protagonizados por las altas esferas del clero mexicano al cual pidió que no se deje corromper, se aleje de la tentación del poder y se abra a la transparencia.

 

Les pidió que no pierdan el tiempo en habladurías, intrigas, en los “vanos proyectos de carrera” y en los “infecundos clubes de intereses y consorterías” y que no se dejaran arrastrar por las murmuraciones y maledicencias.

 

“No tengan miedo a la transparencia. La Iglesia no necesita de la oscuridad para trabajar. Vigilen para que sus miradas no se cubran de las penumbras de la niebla de la mundanidad; no se dejen corromper por el materialismo trivial ni por las ilusiones seductoras de los acuerdos debajo de la mesa; no pongan su confianza en los ‘carros y caballos’ de los faraones actuales”.

 

Pide unión episcopal

 

“Sí tienen que pelearse peleense, si tienen que decirse cosas díganselas pero como hombres: en la cara, pero mantengan la unidad episcopal”.

 

“Dejemos al padre asignarnos el puesto que nos tiene preparado. ¿Acaso podemos estar de verdad ocupados en otras cosas si no es en las del Padre? Fuera de las cosas del Padre perdemos nuestra identidad y culpablemente hacemos vana su gracia”.

 

Dejar el discuro “genérico”

 

Francisco exigió a los obispos mexicanos que dejen el discurso “genérico” pues aunque no les corresponda resolver su dispersión o la violencia que ocasiona, la Iglesia católica en México requiere coraje y un serio proyecto pastoral para contribuir a liberar al país del narcotráfico.

 

Pidió que se acerquen a los jóvenes y a las personas que viven en pobreza y marginación, para a partir de ahí contribuir a reforzar el tejido social, como la única forma para terminar con el narcotráfico.

 

Preocupado por jóvenes seducidos por el crimen

 

Nuevamente (primero lo hizo en su reunión con el presidente Enrique Peña Nieto, en la cual hizo referencia al bono demográfico) se dijo preocupado por los jóvenes que son “seducidos” por los beneficios materiales y el dinero que les ofrece la delincuencia organizada.

 

“Les ruego no minusvalorar el desafío ético y anticívico que el narcotráfico representa para la entera sociedad mexicana. La proporción del fenómeno, su complejidad, extensión, la gravedad de la violencia que disgrega, no nos consienten a nosotros, Pastores de la Iglesia, refugiarnos en condenas genéricas, sino que exigen un coraje profético y un serio y cualificado proyecto pastoral para contribuir a entretejer aquella delicada red humana”, dijo en su discurso.

 

Desde 2010, la iglesia católica mexicana reconoció haber recibido dinero proveniente del narcotráfico, las llamadas “narcolimosnas”, para construir capillas en “comunidades alejadas”.

 

“Sólo comenzando por las familias, acercándonos y abrazando la periferia humana y existencial de los territorios desolados de nuestras ciudades (…) sólo así se podrá liberar totalmente de las aguas en las cuales se ahogan tantas vidas, sea la de quien muere como víctima, sea la de quien delante de Dios tendrá siempre las manos manchadas de sangre, aunque tenga los bolsillos llenos de dinero sórdido”.

 

Pide que diócesis atienda a migrantes

 

El Papa también hizo referencia a los migrantes que atraviesan México en su paso hacia los Estados Unidos. Señaló que este es el gran desafío de nuestra época y pidió a las diócesis que atiendan a los inmigrantes.

 

“No será vana la premura de sus diócesis en el echar el poco bálsamo que tienen en los pies heridos de quien atraviesa sus territorios y de gastar por ellos el dinero duramente recolectado”, mencionó.

 

“Indígenas de México esperan que se les reconozca”

 

México tiene necesidad de sus raíces amerindias para no quedarse en un enigma irresuelto. Los indígenas de México aún esperan que se les reconozca efectivamente la riqueza de su contribución y la fecundidad de su presencia”.

 

Pidió a los obispos custodiar la memoria del largo camino hasta ahora recorrido. “Sepan suscitar la esperanza de nuevas metas”.

 

Ayuden a recordar “la medida alta que México puede alcanzar si aprende a pertenecerse a sí mismos antes que a otros; de motivar a la Nación a no contentarse con menos de cuanto se espera del modo mexicano de habitar en el mundo”.

 

“Los invito a cansarse sin miedo en la tarea de evangelizar. Nuestro tiempo requiere atención personal a las personas”, dijo.

 

También les hizo un llamado para la renovación y a no caer en la paralización dando “viejas respuestas a nuevas demandas” sociales, a salir a evangelizar y a no dejar solos ni abandonar a los sacerdotes en las parroquias, pero también a atender con especial atención a las comunidades y pueblos indígenas. No se necesitan príncipes, dijo, sino una comunidad “de testigos del Señor”.

 

“Es necesario para nosotros, pastores, superar la tentación de la distancia y del clericalismo, de la frialdad y de la indiferencia, del comportamiento triunfal y de la autorreferencialidad (…) La riqueza que tenemos fluye solamente cuando encontramos la poquedad de aquellos que mendigan”.

 

“Un gesto de la Divina Providencia”

 

El cardenal Norberto Rivera dio la bienvenida al Papa Francisco, cuya presencia en la Catedral Metropolitana consideró “un gesto de la Divina Providencia”, que no coincidencia.

 

“México ha permanecido fiel a Jesucristo, a Santa María de Guadalupe y al Vicario de Cristo”, aseveró el también arzobispo primado de México, quien dio la bienvenida también a los demás purpurados de todo el país.