En el equipo de Miguel Ángel Osorio Chong hay desánimo y caras largas.

 

Y es que para quienes colaboran de cerca con el secretario de Gobernación, la designación de Enrique Ochoa Reza al frente del PRI lleva el mensaje claro de que el candidato a la Presidencia de la República no será su jefe.

 

“Ya perdimos…”, reconocen en charlas privadas.

 

Unos de mejor talante que otros –aludiendo a una frase de Enrique Peña Nieto hace unas semanas– apuntan con sarcasmo: “Van a hacer candidato al del 1%…”.

 

La “lectura” de los seguidores de Osorio Chong sobre el nombramiento de Ochoa Reza no es descabellada. Más bien, era inevitable que la hicieran ante lo contundente del hecho.

 

Porque se sabe –y él lo ha divulgado a los cuatro vientos– que el ex director de la Comisión Federal de Electricidad forma parte del equipo de Luis Videgaray, el contrincante directo de Osorio por la candidatura presidencial.

 

Y con Ochoa al frente del partido, el secretario de Hacienda se hace de las riendas de la sucesión rumbo a 2018.

 

Una postal del futuro que ya llegó nos obsequió la ceremonia en la que rindió protesta el nuevo dirigente nacional: las figuras del momento no fueron ya ni Emilio Gamboa ni los líderes de los sectores –a ellos sólo los usaron–, sino José Antonio Meade, Aurelio Nuño y Claudia Ruiz Massieu.

 

De todo ello tomaron nota los escribientes en Bucareli. Sin olvidar, por supuesto, el tono del discurso con que se les ganó el juego: las loas interminables al Presidente de la República.

 

¿Cómo reaccionó a todo esto el propio Osorio Chong?

 

Lo describe así uno de sus colaboradores: “Guardó silencio y puso buena cara al mal tiempo”.

 

“Migración hormiga” en el PRI.- En esta nueva etapa del partido, la que se rehízo luego de perder la Presidencia de la República en 2000 se ha vuelto a dar un nuevo éxodo.

 

Sólo que esta vez no ha sido de golpe. Es más bien una “migración hormiga”.

 

Según han detectado los propios priistas, muchos militantes –la mayoría de ellos operadores de tierra– comenzaron a irse del partido en 2015, bajo la presidencia de César Camacho, descontentos por la selección de candidatos.

 

Nadie se ocupó de curar heridas y la desbandada se dio en prácticamente todos los estados: “La mayoría –desencantados ante un PRI cerrado a la militancia y dadivoso con los mexiquenses y los amigos del Presidente– se fueron al PAN, y donde no había PAN se fueron a Morena”.

 

Con Manlio Fabio Beltrones muchos pensaron que se abriría el ostión. No ocurrió. Y con las derrotas en siete entidades, en junio pasado, la frustración en las bases se agudizó. Siguió el éxodo.

 

Falta ver ahora lo que harán los priistas de base ante la imposición de Enrique Ochoa –alguien al que no consideran uno de los suyos– como presidente del partido.

 

Gemas: obsequio del comisionado nacional de Seguridad, Renato Sales Heredia, en el 88 aniversario de la Policía Federal: “No hay ni habrá tolerancia a actos que se encuentren al margen de la ley. Nuestro deber es sancionar aquellas conductas distintas a las que exigen leyes, reglamentos y protocolos. Su estricta observancia es nuestra protección, es nuestro resguardo”.