He conocido de soslayo a Mauricio Ortega.

 

Él era director del periódico La Prensa y yo, de Ovaciones.

 

En los encuentros cupulares de la Organización Editorial Mexicana (OEM), escuché los mayores elogios hacia Ortega.

 

-Tiene trato de dama. Un hombre cortés, un caballero en toda la palabra –decían sus compañeros.

 

No tengo oposición.

 

Sin embargo, su afición por el futbol americano lo llevó a condiciones tristes, de desprestigio y persecución mediática –ojo: no penal-, a pesar de ser un hombre bueno.

 

Hoy su historia es pública:

 

Ha acudido, por lo menos, a los últimos 20 Super Bowls y se ha codeado con los jugadores más destacados de la final de la Liga Nacional de Futbol (NFL, por sus siglas en inglés), incluido su ídolo Tom Brady, de los Patriotas de Nueva Inglaterra.

 

Como directivo periodístico, tuvo acceso a los vestidores y cada vez, según parece, se trajo un souvenir para colocarlo como conquista en su casa del Condado de Sayavedra.

 

Lo último fue la playera de Brady, ganador del Super Bowl pasado y declarado el jugador más valioso entre sospechas por el mal desempeño de los Halcones de Atlanta.

 

RECOGEN 2 PLAYERAS Y REGRESAN EL RESTO

 

Pero Mauricio Ortega tenía y tiene una colección de diferentes artículos deportivos.

 

Todos robados, ha confesado él.

 

Nunca hubo problema, hasta el 5 de febrero pasado.

 

Tom Brady hizo la denuncia del robo de su playera, y ahí comenzaron las investigaciones.

 

El FBI (Federal Bureau of Investigation) nunca tuvo duda: fue un mexicano quien ingresó, saludó, habló con varios jugadores –perdedores y ganadores- y se llevó la camiseta del mariscal de los campeones.

 

Las pesquisas siguieron en colaboración con autoridades mexicanas.

 

A principios de marzo todo estaba claro: fue Mauricio Ortega, director del periódico mexicano La Prensa, parte del emporio llamado Organización Editorial Mexicana.

 

La OEM tuvo la primicia hace dos semanas y, a principios de la pasada, los investigadores contactaron a Ortega, quien se puso en contacto con sus superiores.

 

Acuerdo: él renunciaba y buscarían un acuerdo al mayor nivel, tanto de México como de Estados Unidos, incluida la liga de futbol americano.

 

ERA COLECCIÓN PERSONAL, NO PARA VENTA

 

Los investigadores le pusieron todo en charola de plata:

 

-No hay problema. Nos entregas las prendas y aquí termina todo.

 

Del diálogo hubo acuerdo.

 

Fue citado el miércoles 15 de marzo, a las 10:05 de la mañana, en la PGR, y ahí se planteó la disyuntiva:

 

-Tienes dos opciones: nos entregas lo robado y no hay problema. De lo contrario, seguimos adelante.

 

-Pues vamos a mi casa. Pero antes firmamos.

 

Y sí, firmaron el perdón de Brady y de la NFL y, por lo tanto, ahora no hay delito a perseguir.

 

Documentos en mano, los investigadores fueron a su domicilio del Condado de Sayavedra, donde recibieron una sorpresa:

 

-No nada más tengo las dos playeras que ustedes buscan de Brady. Tengo cascos, calcetas y todo esto –les mostró una gran colección.

 

Desmontaron de los marcos las vestimentas, y se llevaron todo.

 

¿Pero qué cree usted?

 

Solamente se quedaron con lo de Tom Brady y le regresaron el resto.

 

Ortega tiene todas las prendas, cascos, calcetas y otros objetos; los tiene en su residencia porque no hay denuncia alguna.

 

O sea, se acabó la persecución, aunque ésta siga mediáticamente.

 

Con una última aclaración: Ortega jamás buscó a un coleccionista para venderle prenda alguna.