El cuestionamiento a la credibilidad del secretario de Hacienda, Luis Videgaray, derivado de un reportaje del Wall Street Journal sobre un potencial conflicto de interés al comprarle una lujosa casa en Malinalco a un proveedor del gobierno de Enrique Peña Nieto, llega en medio de la peor tormenta financiera que enfrenta el país en los últimos años.

 

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El secretario salió rápidamente a dar explicaciones a la prensa sobre la compra de la propiedad al empresario Juan Armando Hinojosa -el mismo que le vendió la “Casa Blanca” a la primera dama Angélica Rivera- cuando fungía como coordinador económico del equipo de transición del presidente electo, pero dejó tras de sí más dudas que respuestas.

 

Por lo menos dos dudas han minado su credibilidad. La principal es el evidente conflicto de interés en una operación que se concretó entre un hombre con una enorme influencia política al ser uno de los más cercanos al presidente electo y un empresario de la construcción también cercano a Peña Nieto, que amasó su riqueza a partir de los proyectos del presupuesto público.

 

La otra duda que subsiste -dado que su declaración patrimonial es incompleta- es sobre el origen de la liquidez financiera de Videgaray, que en dos años pagó de contado su adeudo con Bienes Raíces H&G -del Grupo Higa- por alrededor de medio millón de dólares.

 

Estas y otras dudas razonables sobre este caso personal han minado aún más la credibilidad del secretario de Hacienda, el hombre de mayor confianza del Presidente y el artífice del plan reformista de Peña Nieto. Ya el secretario de Hacienda había sido cuestionado en su experiencia y competencia por empresarios y analistas, por la ausencia de resultados favorables de corto plazo en la economía; aunque su conocida habilidad para ofrecer explicaciones públicas le permitieron sortear los malos resultados.

 

Pero esta vez es diferente. En el contexto de una presidencia de la República también cuestionada por un caso similar, los argumentos del secretario para demostrar que no hubo conflicto de interés no sólo no convencieron, sino que fueron criticados por tramposos o falsos. Tampoco Videgaray estuvo dispuesto a ofrecer información adicional relevante sobre cómo construyó su patrimonio a partir del sueldo que obtuvo en sus empleos en Protego y en el sector público.

 

Con un secretario de Hacienda con la credibilidad fracturada y sin respuestas desde Los Pinos a los cuestionamientos sobre su legitimidad, el país ya enfrenta la peor tormenta financiera global desde la crisis de 2008-09 que pondrá a prueba las tesis sobre la solidez económica mexicana.

 

Y es que el mercado petrolero aún no ve el fondo de la caída, el rublo se desploma por las afectaciones que sufre la economía rusa, la economía europea sigue débil mientras que China e India reducen sus expectativas de crecimiento, y es inminente la subida temprana de tasas de interés en Estados Unidos. Todos estos factores al unísono han generado una alta volatilidad financiera con fuertes afectaciones a los mercados internacionales.

 

Ayer la mezcla mexicana cayó a un mínimo de 50.26 dólares por barril, la bolsa mexicana de valores sufrió la peor caída en año y medio (-3.31%) y el peso continuó débil frente al dólar. Si bien los mercados mexicanos están siendo sacudidos por esta volatilidad internacional, también los inversionistas han puesto su mirada en factores locales como la efectividad de la reforma energética para atraer capitales y darle sustentabilidad a un mayor endeudamiento público a partir de más crecimiento económico.

 

El debilitado secretario Videgaray enfrenta su propia encrucijada con la tormenta financiera tocando a la puerta del país, mientras que los riesgos económicos por la inmovilidad de Los Pinos se acrecientan.